Opinión: BlackSwan, la dualidad del ser humano

| |

The BlackSwan

“Cuando nuestros sueños se han cumplido, es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación y la pobreza de la realidad”. Ninon de lenclos

Dirigida por Darren Aronofsky (Requiem For a Dream), Black Swan es un drama, con tintes de thriller psicológico, que nos narra la vida de una bailarina de ballet ( Natalie Portman) que tiene la oportunidad de su vida de representar el rol protagónico, en el lago de los cisnes, pero esta gran oportunidad , viene cargada de envidias de sus compañeras

Las presiones y la necesidad de ser otra persona, para lograr interpretar en totalidad al personaje de “El Cisne Negro”, el cual es muy diferente a su persona, rígida y perfeccionista, hacen que su objeto del deseo, sea ser libre y espontánea.

Aquí radica la belleza del film, y el motivo de que la película sea digna de verse. de manera casi poética se nos presenta una alegoría humana de transformación hacia el cisne, el deseo de convertirse en algo que no se es, escenas largas frente a espejos que nos hablan sobre esa dualidad en el ser humano, igual que en Toro Salvaje de Martín Scorsese, nos presenta lo que se es en ese instante y las imágenes advierten desde el inicio de la película una personalidad esquizofrénica.

Siguiendo fiel a su estilo, teniendo una estética parecida al cineasta de la nueva ola francesa Jean Luc Godard. Aronofsky es un cineasta que experimenta con las imágenes, teniendo cierta estética documental, con la ayuda de la cámara en mano, hace que sus imágenes contengan un realismo especial, lo que le da fuerza psicológica a la película.

Largas escenas siguiendo al personaje por detrás al igual que en The Wrestler (Su cinta anterior), nos muestran ese sentimiento recurrente en todas sus films, de querer siempre llegar a una parte, aunque esta sea no siempre la indicada.
En fin debemos de ver esta película, para ver con la gran inteligencia, que se representan los deseos inherentes del ser humano, la represión sexual y el deseo de la protagonista de sentir el arte aunque sea por un instante.