Hasta hace pocos años, la esclavitud era aceptada, hoy escandaliza la mirada al pasado que el cine y la literatura hacen en torno a ella. Hace 50 años, los llamados "reformatorios" y hogares para niños se manejaban con criterios que hoy resultan extremos.
Tal es el entorno de esta película que sigue la ruta de una mujer en búsqueda de su hijo, dado en adopción cuando ella era adolescente. Lo interesante de esta historia son las miradas que se entrecruzan: la de una madre católica y la de un intelectual ateo.
Una joven irlandesa queda embarazada en su primera experiencia sexual; su padre la abandona en un orfanato. Obligada a trabajar para pagar su manutención y la del bebé, se cría en la severidad de las monjas que administran la institución. Su hijo es entregado a una pareja de norteamericanos, y ella se queda solo con una fotografía. Ya adulta, la madre busca al hijo en quien nunca ha dejado de pensar. Ayudada por un periodista, indaga sobre su paradero hasta que lo encuentra.
Philomena es una enfermera ya jubilada que sólo desea conocer la verdad para conseguir paz espiritual. De su lado, Martin, el periodista, busca la verdad, pero desde otro ángulo, y lo hace por convicción moral y por necesidad laboral. Son compañeros en un viaje que va tras un pasado oculto, que les obliga a reafirmar sus actitudes y creencias. Las antagonistas en este caso son unas religiosas que creen haber hecho lo correcto, según unas determinadas pautas de conducta. Es allí donde radica lo más afortunado de este relato, en el enfrentamiento entre una moral laica y otra religiosa desfasada en el tiempo.
Tiene el guión una constante reflexión acerca de la narrativa popular. A través de comentarios de las novelas que lee la protagonista, y en especial de los diálogos entre el periodista y su directora, se hace referencia al sentido de las historias en nuestra cultura. Ello es al mismo tiempo una autocrítica a la película que se está viendo. En cuanto a su forma, destaca un reiterativo flash back utilizado como un flash forward o anticipación. Imágenes de la niñez del hijo adoptado, van intercalándose entre las secuencias, mostrando escenas que los personajes todavía no conocen. Pasado y presente fílmicos se juntan en un momento, y desde allí se avanza al epílogo de la historia. Este uso metafórico del cine dentro del cine es sencillo, emotivo y eficaz.
Philomena es una película dramática británica dirigida por Stephen Frears. Fue exhibida para la competencia principal del Festival de Cine de Venecia en 2013, donde Steve Coogan y Jeff Pope ganaron el premio al mejor guion. En el Festival de Toronto, la película obtuvo el segundo lugar en la categoría de elección popular.
Philomena está basada en el libro The lost child of Philomena Lee de Martin Sixsmith, el que narra la verdadera historia de Philomena Lee y la búsqueda de su hijo durante cincuenta años. A diferencia de la adaptación cinematográfica, el libro se concentra más en la vida de Michael/Anthony antes de su adopción.
El periodista Martin Sixsmith acaba de perder su trabajo como asesor del Partido Laborista del Reino Unido y no está seguro de si dedicarse a correr o a escribir un libro sobre la historia de Rusia. Mientras tanto, Philomena Lee le confiesa a su hija que, cincuenta años atrás, ella dio a luz a un niño en Irlanda, pero debido a que no estaba casada se vio forzada a darlo en adopción. Poco tiempo después, Martin conoce a la hija de Philomena en una fiesta. Aunque en un principio él desprecia las historias de intereses humanos, necesita trabajar y un editor quiere la historia de Philomena. Posteriormente se reúne con ella y juntos comienzan a investigar lo que pasó con su hijo.
Después de evitar los llamados de Martin, el exnovio de Michael finalmente accede a conversar con Philomena. Él dice que Michael siempre quiso conocer a su madre verdadera y que en una ocasión visitó el convento en Irlanda para obtener datos, pero las monjas le dijeron que habían perdido contacto con ella. El hombre también dice que el último deseo de Michael era ser sepultado en el cementerio del convento con la esperanza de que su madre algún día pudiese leer el mensaje de su lápida.
La historia concluye donde comenzó: en el convento. Martin enfrenta a una monja que estuvo presente cuando le arrebataron el niño a Philomena. La monja no se muestra arrepentida y dice que la pérdida del hijo fue el castigo de Philomena por haber cometido el pecado de la fornicación. Philomena perdona a la monja y se dirige a la tumba de Michael, donde lee su epitafio.