¿Podemos confiar en las películas históricas?

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Para muchas personas, en especial aquellas apasionadas con algún periodo histórico, el poder ver cine de época es una manera notable de vivir aquellos años de manera directa. Sin embargo, es un hecho que, de todos los medios posibles, es el que menos podemos confiar para tener información confiable, por las más diversas razones.

De entrada, sólo es necesario leer cualquier libro, incluso de ficción, y compararlo con la versión cinematográfica. Para hacerlo más accesible al medio, sufre de cambios y adaptaciones. Y si eso es en un material del que tienen las fuentes originales, imaginemos en algo que está tan sujeto a interpretaciones. Es un hecho innegable que los hechos reales de la Defensa de las Termopilas no fueron realmente muy parecidos a lo que vimos en 300.

Por otro lado, cualquier película que se precie requiere de un protagonsita y un antagonista, y eso implica que, muchas veces, los guionistas o directores hagan uno u otro personaje más carismático o negativo para darle fluidez narativa. Y si a eso sumamos que por necesidades de presupuesto o narrativa, se toman muchas licencias en cuanto a diseños de vestuario, escenario o incluso los hechos como tales, podemos darnos cuenta que no tenemos mucho de donde confiar.

Pero curiosamente, hay una forma en que una película puede ser un documento histórico muy confiable, es en cuando la película fue hecha en el periodo que nos interesa. Aunque no sea una película histórica, Los Amantes Deben Aprender nos servirá para darnos una idea muy clara de la moda, costumbres, decoración y la tecnología de principios de los sesentas.