En estos últimos días, Disney ha enfrentado uno de sus más grandes descalabros, tras de que el estreno de la cinta de acción viva Mulan ha resultado un fracaso en taquilla, y especialmente en China, donde esperaban que sirviera como punta de lanza en este país. Pero quizá eso no fuera tan malo de no ser que las anteriores dentro de esta línea no han sido tampoco muy afortunadas, casi todas ellas pasando sin pena ni gloria.
Excepto Dumbo, todas las demás películas dentro de esta línea han sido de cintas de después del Renacimiento de la empresa, un periodo que se caracterizó por por crear una fórmula que le permitió volver a capturar el gusto de los espectadores, y generando un aura diferente en cada una de ellas. Eso ha significado que los espectadores tengan una imagen muy clara sobre lo que se puede esperar del mismo, tan es así, que las secuelas y series animadas han mantenido una misma línea con cada una.
A diferencia de las series y cintas animadas, las versiones de acción viva se han caracterizado por no tener esa misma coherencia, pues en cada una de ellas han apostado por la solemnidad, la comedia, el realismo u otras vertientes, pero al final acaban alejándose de los conceptos de los originales. Para el espectador promedio, eso genera una disonancia que no es fácil de superar.
Curiosamente, muchas de estas películas no son excelentes, pero resultarían aceptables, de no ser por esa ruptura con los originales. Es una situación demasiado obvia como para que Disney no lo haya notado, pero no parece intentar cambiar. Esperemos que la experiencia Mulan sirva para que los estudios reevalúen esta dirección.