¿Porqué Hitchcock las prefería rubias?

| |

Las rubias Hitchcock
Las rubias Hitchcock

El amo del suspenso tiene sus propios enigmas personales. Uno de ellos es el que tiene que ver con la elección de las protagonistas femeninas de sus películas, un asunto que hasta la fecha  se considera  sello distintivo del trabajo de  un grande de la cinematografía mundial.

Alfred Hitchcock era un hombre de musas. Las figuras femeninas son centrales en todas sus historias y llama particularmente la atención que todas guardan un mismo tipo, además de que una vez que encontraba  a la actriz que cumplía con su expectativas no la soltaba durante un tiempo. Algunas de ellas se quejaron de que el director se obsesionaba con ellas y se volvía autoritario, dominador y asfixiante.

Y es que el director británico tenía fama de excéntrico, por decir lo menos. Declaraciones como aquella de que los actores eran ganado, le afianzaron la imagen de persona de trato díficil. Un genio incomprendido, tal vez.

El caso es que las también llamadas "Rubias Hitchcock" eran todas del mismo tipo, elegantes y de una belleza clásica. Algunas de ellas le rompieron el corazón al decidir no trabajar más con el, como Ingrid Bergman o Grace Kelly, cuyo casamiento con el Príncipe Rainiero de Mónaco, dicen que sumió al director en una profunda depresión, ocasionándole incluso un quebranto de salud.

Las razones de este patrón tan definido fueron objeto de muchas suspicacias. La versión del propio Hitchcock está plasmada en el libro "Hitchcock por Hitchcock" en un capítulo que se llama "Cómo elijo a mis heroínas". El texto es ilustrador porque la explicación es más bien pragmática: debe ser más agradable a las mujeres que a los hombres, que constituyen un porcentaje  importante de la audiencia y no toleran lavulgaridad que viene de su propio sexo. Además no debe superar la talla mediana, ya que una mujer muy alta es sumamente difícil de fotografiar. Tiene que poseer una belleza y una juventud reales para aguantar los enofques al rostro y expresiones ( eso quiere decir que para Hitchcock la cirugía plástica no era considerada como opción). Pero lo más importante es que debe ser dócil para seguir las intrucciones del director. (¿Qué tal eh? ¿eso apoyaría el perfil controlador ensus propias palabras!)

La lista de rubias Hitchcock mejor consensada, es la siguiente:

  • Ingrid Bergman
  • Grace Kelly
  • Vera Miles
  • Janet Leigh
  • Tippi Hedren
  • Joan Fontain
  • Kim Novak
  • Madeleine Carroll

Y si quieren leer el texto de "Cómo elijo a mis heróinas" aquí se los dejo. Es de verdad interesante, lo recomiendo mucho.

Cómo elijo a mis heroínas

ALFRED HITCHCOCK

El principal punto que tengo en mente cuando escojo a mi heroína es que debe caracterizarse por agradar más a las mujeres que a los hombres, por el simple motivo de que el público cinematográfico se compone generalmente de mujeres en sus tres cuartas partes. Por tanto, no se puede considerar a ninguna actriz como una proposición comercial acertada o como una heroína del cine a menos que logre agradar a los miembros de su propio sexo. Por favor, tomen buena nota de ello los profesionales del cine.

La falacia del atractivo sexual. Los cínicos pueden burlarse de lo siguiente, pero no negarlo: Es cierto que un artista puede ser catapultado por un supuesto exceso de atractivo sexual o que, en palabras del viejo Omar Khayyam: «Vivió su pequeño momento y supo continuar su camino». A pesar de que empleo el masculino para mantener íntegra la cita original, con ello también abrazo a las actrices. Como siempre, estoy hablando metafóricamente debido a que, en mi condición de productor, los privilegios más fascinantes que disfrutan los actores a mí me son negados.

Para recuperar mi habitual seriedad, como sería menester para tema tan serio, objeto de esta discusión, creo que la gran mayoría de las mujeres, en todos los ámbitos de la vida, son unas idealistas. Tal vez no puedan vivir a la altura de sus propios ideales; a menudo les resulta imposible hacerlo, pero sí les gusta verse personificadas en sus heroínas cinematográficas. He oído de un gran número de casos, en particular, entre las mujeres de origen humilde, en que las madres han intentado inculcar una conducta y unos sentimientos en sus hijas, basándose en la conducta de sus estrellas favoritas y en algún caso, donde existía una ligera semblanza física o psicológica, han declarado con orgullo: «Acaso no se parece nuestra Nellie a..., tiene la misma mirada en los ojos, el mismo rizo en el pelo, el mismo espíritu vivaz o el mismo amor por los animales que...» o palabras parecidas, pero con la misma intención.

Las mujeres pueden tolerar la vulgaridad en la pantalla, pero no en el caso de que provenga de una persona de su mismo sexo. Ellas son así y que Dios las bendiga por ello. No pueden evitar pensar que semejante exhibición es degradante para la mujer en su conjunto. Una chica realmente dulce, tanto física como psicológicamente, la heroína de la pantalla, hoy en día, no sólo debe ser una chica dulce y encantadora, sino que debe poseer vitalidad, tanto en su aspecto físico como en su voz.

Se acabó el reinado de la heroína puramente visual. Escoger una heroína para la pantalla es mucho más difícil que escoger una para el escenario. El atractivo de las tablas es, por necesidad, artificioso, físicamente sustentado por la distancia que separa al público de los actores. Por tanto, una actriz teatral madura, pero que aún se mantenga atractiva puede parecer joven e interesante sobre el escenario. Sin embargo, la pantalla de cine carece de esa distancia que pueda dotar de encanto a la visión, debido a que habitualmente los acontecimientos que se muestran se presentan tan próximos al espectador que, de hecho, la cara de la heroína no se encuentra más que a escasos metros de la última fila del balcón. Por lo tanto, debe poseer una belleza genuina y auténtica juventud, cualquier imitación sería detectada de inmediato.

Estatura media

Heroínas de un metro sesenta. Aparte de las cualidades que ya he enumerado, una heroína de la pantalla no debería sobrepasar una estatura media. No cabe duda que ser pequeña es una cualidad añadida. Una actriz pequeña no sólo se fotografía mejor, particularmente en primeros planos, que otra cuya fisonomía alcanza una regia altura, sino que es más del agrado del público, a quien le place contemplar el rizado cabello de la heroína acurrucada contra el varonil pecho del héroe. Si mide algunos centímetros más, es probable que ello la haga parecer insignificante. Las actrices que han alcanzado el éxito sobre la pantalla en papeles románticos han tendido a ser bajitas.

Por último, y no por ello menos importante, debo ponderar si mi heroína se aviene a recibir direcciones. En otras palabras, si es el tipo de chica a quien puedo moldear hasta convertirla en la heroína de mi imaginación. Con semejante combinación de cualidades requeridas, ¿no es de extrañar que la genuina heroína de la pantalla sea tan rara como el proverbial pájaro Dodo, o que en ocasiones los productores de cine tengan esa mirada de preocupación?