Dentro de cualquier esquema narrativo, el antagonista es el elemento dentro de la historia que va a detener o tratar de evitar que el protagonista cumpla su objetivo. Podemos decir que es el elemento más importante dentro de la historia, pues sin él, no habría ningún conflicto que la hiciera interesante.
La forma más común del antagonista es el rival, la persona que por algún motivo desea ver fracasar al héroe, e incluso el eliminarlo de manera definitiva. Sin embargo, el que sea el más conocido no significa que sea la única manera. De hecho, el que al principio lo describiéramos como "un elemento" no es casual. Un antagonista puede ser alguien que quiera beneficiar al protagonista, pueden ser elementos exteriores, o incluso él mismo. Veamos algunos casos.
Uno de los viejos clichés del cine romántico es el joven que quiere ganar el amor de una chica, y ella por algún motivo no lo acepta. En ese caso, la mujer viene siendo la antagonista, pues su reticencia es lo que evita que él logra su objetivo. Del mismo modo, un padre que piense que la carrera que eligió su hija es una mala idea, y trate de convencerla de lo contrario, cumple con la misma función.
Un personaje puede ser antagonista y protagonista al mismo tiempo, y no es necesario que tenga doble personalidad - aunque puede darse el caso - sino sólo basta que tenga un conflicto interno. Un adicto que busca dejar el vicio, pero al mismo tiempo siente la atracción por el mismo, está en realidad combatiéndose a sí mismo.
Y de hecho, no tiene que ser un ser consciente, o incluso vivo. Muchas cintas de desastre enfrentan al protagonista con la furia de la naturaleza, sin que haya realmente malicia en ello.
En sí, tendremos un tipo diferente de antagonista por cada historia, o incluso más de uno. Si somos un poco observadores, podremos encontrar cada uno de ellos en las más diversas historias.