Si bien estamos en una época en donde las computadoras y los efectos especiales pueden crear prácticamente cualquier cosa en la pantalla, existen otros aspectos del cine que se siguen haciendo a la antigua. Una de estas categorías son los efectos de sonido, que están a cargo de un grupo de profesionales llamados sonidistas o, de una forma más particular, los foleys.
El nombre de foley viene de Jack Donovan Foley, quien creó los primeros trucos para imitar sonidos cuando apenas comenzaban a surgir las películas sonoras. A partir de su trabajo, se fueron añadiendo efectos y técnicas, pero muchas de las que se usan hasta ahora son creación de este hombre. El trabajo de un foley es mucho mayor de lo que muchos de nosotros imaginamos, pues dado que en la filmación se utilizan microfonos direccionales para evitar que exista ruido de fondo, gran parte de los sonidos incidentales no se registran, o lo hacen en un tono muy bajo. Por ello, detalles tan insignificantes como los pasos, el roce de la ropa, el poner una taza sobre la mesa o abrir una puerta, tienen que grabarse posteriormente.
Además de los sonidos incidentales, que usualmente se hacen copiando los movimientos, existen los llamados efectos de sonido, que suelen requerir muy poco recursos físicos, pero un gran ingenio. Una sandia y una lechuga golpeados con un cierto ritmo pueden crear los efectos de una pelea a puñetazos, mientras que el estrujar celofán mientras se abre y cierra un paraguas dan la apariencia de un incendio. Muchas de estas técnicas fueron creadas en los veintes, y siguen usándose sin cambios en nuestros días.
Existen algunos profesionistas que esperan que la gente vea su trabajo, pero para un buen foley, lo importante es que sea oido