De todas las industrias azotadas por la pandemia, sin duda las salas cinematográficas han sido una de las más golpeadas, por la dependencia que tienen a la asistencia masiva de personas. De entrada, las dos principales distribuidoras mexicanas, Cinépolis y Cinemex, anunciaron que cerrarán varias de sus salas, y se teme que puedan llegar a la bancarrota.
Muy aparte del golpe que implica para los amantes de la cinematografía en grandes salas, lo cierto es que son dos empresas sumamente importantes no sólo por la cantidad de gente que emplean, sino por todos los proveedores de los que dependen. Y de checho, el fenómeno de las plazas comerciales, y de los complejos cinematográficos, han creado a su alrededor una gran cantidad de franquicias que, de una o otra forma, dependen directamente de estos negocios.
En caso de que se dé una quiebra - que es lo más probable - no se puede pensar en que el medio se termine. El nicho quedaría abierto, y dependiendo de la velocidad con la que la economía se recupere, seguramente alguien más buscará el invertir en este rubro. Sin embargo, es un hecho que no será instantáneo, y dependerá del momento en que se logre superar la pandemia.
Por ello, es posible que, tras de la vuelta a la normalidad, puedan pasar varios meses antes de poder volver a alguna sala.