Si bien parte del gozo de una película, es el esperar que es lo que nos quiere presentar el director, y estar preparado para cualquier sorpresa de la trama, es cierto que en varias ocasiones lo que nos ofrecen no es completamente inesperado. En Hijo de Dios, por ejemplo, no sería aventurado afirmar que la cinta terminará con la ejecución del protagonista, y por otro lado, todo fan de cómic que se respete sabía quien era el Soldado de Invierno antes de que siquiera aparecieran los créditos iniciales de Capitán América. Por otro lado, los lectores fieles de Harry Potter o El Señor de los Anillos ya sabían que esperar. En esos casos, el reto para el director es distinto, pero también más complicado.
Generalmente, en las cintas basadas en hechos históricos o biografías, el espectador busca conocer la opinión o punto de vista del director sobre el personaje. Un mismo hecho puede ser narrado en miles de formas, y cada una de ellas nos ofrece una diferente narración del mismo, y es esa narrativa lo que nos atrae. En el caso de las adaptaciones de comics y libros, los verdaderos fans buscan ver que tan fieles resultan, o que nuevo sesgo puede ofrecer, mientras que para aquellos que no conocen el original, es como enfrentarse a una historia nueva. Lo importante, en estos casos, es más el lenguaje que el hecho. El espectador no busca saber que le van a contar, sino como van a hacerlo, y eso es lo que genera la expectativa. Esto es una muestra que,al final, la historia que nos cuentan es muy importante, pero también lo es la forma en que lo hacen, y eso puede ser incluso más atractivo.