Mientras la decisión por el siguiente James Bond sigue en duda, Idris Elba continúa agregando títulos a su currículum para un potencial 007. Y si Luther (serie disponible en Netflix) lo acerca a la obra de Daniel Craig con Bond, Atentado en Paris lo lleva a la época de Roger Moore.

La comparación ayuda a imaginarse la cinta de James Watkins: Donde los buenos son buenos, los malos son malos, y la exageración aumenta en cada secuencia de persecuciones, disparos, combate, etc. Cuando un hábil ladrón (Richard Madden) provoca la detonación accidental de una bomba y es visto como ayudante de un acto terrorista, el agente Briar (Elba), conocido por su rebeldía a la autoridad, debe regresar a la acción y atrapar al culpable. Usualmente, este tipo de premisas corresponde a un escenario de Guerra Fría diseñado para que los buenos siempre ganen al final (para el Bond de Moore, se trataba de evitar planes Soviéticos-Asiáticos), pero los recientes actos terroristas en Francia presentan, por momentos, una realidad en la ficción aparentemente exagerada.

Es por ello que el estreno de la cinta en Francia fue retrasado, y quizás por lo que la trama se desvía velozmente de la invasión extranjera a la conspiración. Y también por lo que, desde un punto de vista más abierto, Atentado en París es simple entretenimiento, lo cual la fortalece y la debilita: La historia y las motivaciones de los personajes son predecibles, pero el misterio está ocasionalmente estructurado para distraer aquella evidencia. Los motivos de los personajes son simples, pero la actitud e interacción entre Elba y Madsen da para varios momentos de risa. Las secuencias de acción dan por hecho que sus protagonistas son indestructibles, pero no están sobrecargadas de exageración o montaje frenético y capaz de provocar jaquecas, como si ocurre con otras cintas en el mismo campo. Al mismo tiempo, el elemento más original de Atentado en Paris se vuelve el menos utilizado: La relación entre un súper agente y un ladrón. Queda claro que ambos tienen extraordinarias habilidades, pero las usan con menos coordinación que lo esperado. Aunque, quizás la falta de secuencias conjuntas se debe a que el cine de acción esté ligeramente estancado, y la última entrega de Los Ilusionistas le haya reducido el chiste a personajes de profunda habilidad física. Al final, Atentado en París es una obra parcial de Roger Moore como 007, con personajes y elementos modernos encima. Cumple su propósito y entretiene, sin llegar a nada especial. Pero probablemente no lo necesita. Sin embargo, para la audiencia con ganas de ver a Elba en el oficio de 007 en el futuro cercano, casi cualquier cosa puede ayudar.