Parco debut de Sombras Tenebrosas

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Los amantes del cine de terror suelen tener marcada como favorita la serie Dark Shadows, emitida hace ya cuarenta años, en la que se narraba las peripecias de un vampiro al mando de un clan empresarial.

Basándose en los personajes de esta serie, llega a las pantallas la peculiar adaptación de la serie original, de la que sobreviven apenas los nombres de los personajes y los años de su ambientación, una indeterminada época a camino entre los sesenta y los setenta.

Village Roadshow, la productora, no dudó en poner en manos de Tim Burton la ejecución de este nuevo guión (participado por el propio Dan Curtis, el responsable del original), y a fé que no se equivocaron, ya que el autor respeta el universo oscuro de la matriz original, pero lo dota de su inconfundible impronta.

En efecto, Burton es uno de esos prolíficos directores que están llamados a marcar una época con su particular forma de hacer cine. En Sombras Tenebrosas, nos encontramos a un elenco de sus actores fetiches, encabezados por el ya habitual Johnny Depp, y extraordinariamente secundado por intérpretes de la talla de Michelle Pfeiffer, que ya había trabajado a las órdenes de Burton en Batman Returns o la también habitual Helena Bonham Carter, que deslumbrara hace pocos años interpretando a la reina madre en El Discurso del Rey. Si a todo esto le sumamos la música de enfoque efectista de Danny Elfmann, parece que tenemos todos los elementos que hacen falta para crear un buen metraje.

La historia, cuenta la extraña situación que le toca vivir a los Collins, una familia al borde de la ruina que antaño fuera dueña de un imperio de la industria piscícola en la costa de Maine, cuando de repente aparece en su casa Barnabas, un antepasado afectado por una maldición que lo convirtió en vampiro por medio de las oscuras artes de una amante despechada. Barnabas, que ha estado enterrado en un ataud durante doscientos años, sufre los comprensibles problemas de adaptación a la sociedad cambiante de los 70, tan alejada del puritanismo mercantilista del siglo XVIII que conoció, pero merced a sus habilidades, se las compondrá para rescatar a sus descendientes de la quiebra a través de una sucesión de escenas imposibles.

Capaz de grandes aciertos, como Big Fish, y de monumentales fracasos como su versión de El Planeta de los Simios hay que reconocerle al director californiano una particular forma de enfocar el cine que, lejos de renovarse, intenta depurar. Así, nos encontramos en Sombras Tenebrosas con una fusión de sus estilos, con el oscurantismo gótico de Sweeney Todd (de donde además vuelve a rescatar esa peculiar sangre carmesí propia del cine de la Hammer), el ambiente claustrofóbico de los bosques de Nueva Inglaterra que ya viéramos en Sleepy Hollow, el toques de humor negro, por ratos delirante que exhibiera con profusión en Mars Attack (grandiosa escena la del encuentro del protagonista con un grupo de Hippies) o el geometrismo extravagante que nos recordará a la mansión de Bruce Wayne de las dos primeras entregas de la franquicia Batman.

Sin embargo, el problema de "Sombras Tenebrosas" es precisamente ese; que a pesar de contar con todas las papeletas para ser una de las grandes obras de Burton, pasa por ser una más, lo cual es el producto de no aportar aquellas dosis de frescura que lo marcaron como director revelación de los noventa. Es otra película de Burton, con los mismos elementos y sin apenas sorpresas, una vuelta al "hagamos lo que sabemos hacer bien" tras la avalancha psicodélica de Alicia en el Pais de las Maravillas y Charlie y la Fábrica de Chocolate. Un espectador que fuera por primera vez a ver una película del genial director, saldrá maravillado ante el despliegue visual que nos ofrece, pero para los que, como un servidor, se declaran admiradores de su obra, despide un aroma tal vez demasiado familiar que remite a otras cintas suyas.

Por si fuera poco, el desenlace, quizá la asignatura pendiente del director norteamericano, es demasiado convencional y estropea en cierta manera la película que en todo el resto del metraje, se aprecia como adecuada en ritmo y planteamiento, que tapa, por desgracia, el potente mensaje que destila la película, que no es otro que poner de manifiesto los problemas de adaptación de los que son diferentes en un mundo lacrado por la monotonía y el convencionalismo.