Por Sergio Romero
Desde que los hermanos Lumiere rompieron el espacio tiempo gracias a su invento, el cine, cuantas grandes obras de arte audio visuales hemos podido disfrutar, estudiar, admirar, amar, sencillamente formar parte del palpitante libro de nuestras vidas.
Y con la historia, han ido inmortalizándose genios, unos que fueron la cara, el acto, los actores, otros que fueron la sombra luminosa que les guía, los directores, entre otros trabajadores de este ARTE escénico, genios que han creado una bonita y emocionantemente inspiradora, poesía en movimiento.
Cuando un chico de 24 años creó la votada mas veces como la gran película de la historia, hizo un alma perenne de celuloide inmortal, ese chico se llamaba Orson Welles, su opera prima "Ciudadano Kane".
Y ese es un caso muy poco común, que un director debute con la mayor película de su carrera, de la historia quizás, hoy, quiero hablar de otro gran director y de su primera película, no la mayor película de la historia ni mucho menos, pero si quizás, del mejor director de la historia.
Cuando a principios de los 70 la ABC programaba cada viernes su "película de la semana", normalmente recurría a cineastas noveles para tal enmienda, y en el caso que nos ocupa, un joven de 23 años, hacia su debut para la televisión con un film llamado "Duel".
