Woody Allen es el octogenario más joven; su lucidez artística y transparencia discursiva evocan a las del escritor Jorge Luis Borges con el que guarda afinidades existenciales en su manera de concebir la creación. Los dos son grandes fabulistas sobre la obra de arte y sobre su incidencia en el fluir de la historia, los dos delatan la misma moraleja: el arte, a lo sumo, aspirará a ser vida, así como un tigre de palabras supondrá sólo a un felino feroz o un aventurero de transparencias celuloidales apenas arañará la concepción del hombre sobrehumano. Si es que el arte no es la vida, tampoco nos salvará de su tragedia; queda ser parte de su acerba y reconfortante gloria.
Cinco modas que surgieron gracias a películas
La moda puede surgir de una gran cantidad de lugares, y en muchas ocasiones, el cine ha sido uno de los