Depeche Mode vuleve por tercera vez a México, y cada vez resulta una cita diferente, un reencuentro de buenos y antiguos amigos en donde es evidente la maduración tanto del grupo como de su público: Ellos vienen a darnos más y nosotros ya no nos conformamos con cualquier cosa.
La contribución de Depeche Mode a la música es innegable en muchos sentidos: hace de lo electrónico objeto de culto, aporta letras enigmáticas, meláncolicas y profundas a la música Pop, regala sensualidad oscura a los sintetizadores y hace de sus conciertos una mezcla de imágenes y sonidos para lograr en cada espectador una experiencia única e irrepetible.
Pero además, Depeche Mode tiene un público diverso: en sus conciertos están los imprescindibles "darketos" que pedían a gritos "Condemnation" - y nos quedamos con las ganas porque esta vez no la cantaron-, los poperos que pedían "People are people" - que tampoco cantaron por cierto- y los representantes del movimiento LGBTT, que querían que cantaran "Just can´t get Enough" - también sin éxito. Pocos grupos logran convocatorias tan diversas haciendo coexistir públicos tan variados.