En el invierno de 1952, Nueva Inglaterra fue golpeada por el viento del norte más brutal en muchos años. Como el tiempo causó estragos en la tierra, la congelación del Atlántico lo convirtió en una zona azotada por el viento, lleno de peligro, preparando el escenario para una de las historias de rescate más heroicas que jamás se hallan vivido.