Películas románticas

Estoy enamorada.

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Esta noche me he quedado con tantas cosas que decirte. Tantas palabras no dichas aún y tan embriagante el deseo de inundarte con mi vida. Me pongo a recordar y me descubro nuevamente deseándote en mi. Imaginando, por pequeños instantes, que estás aquí en mi cama conmigo. Cierro los ojos y recuerdo los breves momentos en los que no desapareces. Cómo quisiera volver a verte, tan sólo una vez más. Tu recuerdo llena cada instante y cada milímetro de piel, de mi piel. Y una vez más cierro los ojos y me dejo llevar por el recuerdo de tu voz esta noche. Esa voz que suavemente imagino acariciando mi cuerpo; esa voz que es el recuerdo de esta noche en la que perdida, te encontré. Yo en tu cuerpo y tú en el mío. Aunque fuera por un instante.

Tu voz, tan tímida, tan ponderante… tan seductoramente tú, y yo imaginando lo que tus manos, tomando el lugar de tu voz esta noche, harían con mi cuerpo. Imagino tu voz, suspirando con respiración agitada, describiéndome cual cuento, lo que tu lengua sobre mi piel dibujaría esta noche. Tu voz, tan suave pero profunda, justo como deben sentirse tus manos recorriéndome por completo. Esta noche, en la que te suspiro, vuelves a mi en recuerdos. Esta única noche, en la que sólo tu voz grabada en mi memoria y el recuerdo de tu imagen me arrancan de mi cama con tus palabras. Y con el mismo suspiro desbordado de placer que desde que te vi dibujaste en mis labios, te deseo y te imagino conmigo, pues esta noche me he quedado con mil deseos que no puedo cumplir por tu ausencia. Y me quedo sola con mi pensar en esta noche y en tu cuerpo.

Estoy enamorada. Enamorada de ti. De ese hombre maravilloso que sale en cada película romántica. De cada héroe que noblemente salva una vida, una nación, una causa. Y no soy la única.