De niño, en casa de mis abuelos podía encontrar decenas de ejemplares de la prestigiada revista Proceso, dedicada a la política, gracias a que un tío mío la compraba religiosamente. Como un mocoso curiosito de unos ocho años, encontré que en la última página de la publicación aparecían las aventuras de un rubio mercenario sin escrúpulos, ex combatiente de Vietnam, cuya carta de presentación ante cualquier circunstancia de la vida era la violencia, ya fuese mediante los puños o los tiros de una Magnum.
Me enamoré del personaje instantáneamente, de su hilarante brutalidad y del negrísimo del humor de su autor, el argentino Roberto Fontanarrosa (apodado El Negro, por cierto), tristemente fallecido en 2007.
Dirigida por Gustavo Coba, realizada en Argentina y coproducida por Proceso, la adaptación de este clásico del cómic lationamericano se estrena hoy, y debemos decir que es una cinta en verdad divertida. La trama es sencilla: Boogie es contratado para asesinar a una testigo vital para lograr el encarcelamiento del mayor capo de la mafia. Cuando Boogie se niega a hacerlo, sus antiguo cliente, molesto, contrata a Blackburn, un moderno matón, para terminar con las vidas de la mujer y del aceitoso.