Take Shelter. El principio del miedo al fin.

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Cuatro años le tomó a Jeff Nichols, el director de la impresionante Shotgun Stories (2007), volver a ponerse tras las cámaras, y no es de estrañar. Shotgun Stories había dejado el listón muy alto con aquella historia de odio fraternal que deslumbrara en los Independent Spirit Awards de 2008. Pero es difícil retener la genialidad mucho tiempo, tarde o temprano, esta lucha por aflorar, y aunque en ocasiones la espera defrauda, Take Shelter no es el caso.

Nos hallamos ante una película tremendamente metafórica, como ya lo era el anterior título de Nichols, pero si en 2007 la temática de fondo era la depredación innata en las sociedades modernas, en este, el director da un paso más apoyándose en un guión brillante para hacer un genial psicoanálisis de la clase media occidental.

Porque, a pesar de lo que dicen las crónicas, Take Shelter, no es una película apocalíptica, sino que el apocalípsis es el telón de fondo que marca el desarrollo de sus personajes, ciudadanos arquetípicos del interior estadounidense que se enfrentan al miedo a lo desconocido que viene marcando este siglo XXI prácticamente desde su arranque. Así, su protagonista, Curtis (Michael Shannon, al que veremos en la nueva entrega de Supermán, repite como personaje principal tras Shotgun Stories) se presenta como un emblema de lo que sería cualquier padre preocupado fundamentalmente por el bienestar de sus hijos. Convencido mediante una serie de sueños de que se aproxima una tormenta de proporciones catastróficas, Curtis se obsesionará con la construcción de un refugio subterráneo para proteger a su familia del inminente cataclismo, tal y como, si nos paramos a pensar, tratamos de hacer hoy en día todos ante tan inciertos tiempos. Nichols maneja con soltura la incertidumbre de las premoniciones de Curtis, en las que prácticamente nadie salvo él mismo cree, exponiendo una serie de indicios para que, mediante el cuidadoso análisis, el espectador sea capaz de sacar sus propias conclusiones.

El tono gris, apagado, continuo y plano de la obra, no parece reflejar bien las turbaciones de Curtis, que observa como el mundo gira de forma monótona a su alrededor mientras él se introduce más y más en los vericuetos de su obsesión. Al contrario, la falta de esperanza instalada en esta sociedad que nos ha tocado vivir contrasta con la agonía mental del protagonista.

Sin querer quitar mérito a la dirección, que resulta fantástica, ni a la fotografía (con un absoluto predominio de los colores fríos, de tal forma que incluso tomas de días soleados se ven desasosegantes), hay que suponer que a Jeff Nichols, no le debió resultar difícil plasmar la idea turbadora de su mente en la pantalla.

Y es que el reparto, encabezado por el ya mencionado Michael Shannon, y la extraodrinaria Jessica Chastain, elevan la categoría ya alta de la película, en lo que supone un redondeo definitivo. Chastain, a la que ya vimos interpretar un extraordinario papel en El Arbol de la Vida, aparece magistralmente caracterizada como una cotidiana ama de casa que se desesperará entre la duda de confiar en su marido o hacerle poner los pies en la tierra, en lo que supone una forma muy elegante y poco convencional de introducir el amor de pareja en la película. Buen pronóstico para la carrera de esta actriz de eclosión tardía que deslumbra en todas las películas en las que va apareciendo.

Con un presupuesto de un millón de dólares, Nichols consigue una película muy recomendable, en la línea del nuevo cine independiente estadounidense (hablaremos de Bellflower uno de estos días), que vista tras liberar la mente de prejuicios, deja una sensación turbadora que nos hará pensar, señal inequívoca de que el director, como hiciera en Shotgun Stories, se ha salido con la suya.

http://www.youtube.com/watch?v=I5U4TtYpKIc