The Thing (2011), cuando una cosa funciona... ¿mejor no tocarla?

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La Cosa (The_Thing).

Corresponsal de Homocinefilus.com en España

Muchos piensan que John Carpenter toco techo al dirigir The Thing en 1982. No entraremos a discutir esta afirmación, pero no nos equivocaremos al afirmar que es una de las piezas maestras del cine de terror y ciencia ficción de los años 80, y que con el Alien de Ridley Scott marcó una tendencia al inaugurar una estética que aun se hace notar en nuestros días. The Thing ya era en sí mismo un remake, magistral, eso sí, de The Enigma from Another World,  una muy buena película de 1951, que a su vez  se basaba en un relato corto de uno de los grandes maestros literarios de la ciencia ficción, John W. Campbell.

Podríamos pensar que con tanto hacer y rehacer un argumento, se perdería la esencia del mismo, pero este quizás sea la excepción que confirma la regla. Cada autor puso su montoncito de sal para condimentar lo que no era más que un cuento de ciencia ficción hasta crear uno de los más terroríficos iconos del género, el extraterrestre con aviesas intenciones que se mezcla con los humanos con el único fin de reproducirse en una espiral de infección y horror. Esta fórmula, repetida en sucesivas variaciones, se sigue manteniendo fresca y suele ser sinónimo de buena taquilla, aunque es justo reconocer que estas producciones suelen estar en un peldaño inmediatamente inferior en términos de estética y calidad, como si pagaran con ello un particular peaje. Es por ello que The Thing (2011) fue recibida con escepticismo por parte del sibarita público de Sitges 2011.

No se entiende esta película sin hacer una revisión de su génesis. En 2008, los estudios Universal renovaron los derechos de la obra de Campbell, poniendo al frente del timón de una nueva producción a Marc Abraham, lo que no pasaría de ser una efemérides salvo que tengamos en cuenta el hecho de que Abraham cuenta en su curriculum con haber producido una de las mejores películas, si no la mejor, de género Zombie, Dawn of The Dead (2004) que a su vez era un remake del clásico de George A. Romero. Además, fue responsable de la fabulosa adaptación de una complicada novela de ciencia ficción, Children of The Men, que dirigiría el mexicano Alfonso Cuarón en 2006. En otras palabras, no se trata de un remake más de una película de ciencia ficción, sino de un remake llevado a cabo por uno de los mejores productores de remakes y de ciencia ficción del universo de Hollywood.

Primer acierto. Con buen juicio, Abraham convenció a los directivos de Universal de que un remake no era la solución, ya que al considerar The Thing una película casi perfecta, sería (en sus propias palabras) "como pintarle bigote a la Monalisa", y la película pasó de ser una nueva versión del relato, a ser una precuela.

Segundo acierto. La película de 1982 comenzaba con la persecución de unos noruegos de un perro e incluía. La película debía desarrollarse en una base europea, y para ello Abraham puso la obra en manos de un elenco de profesionales fuertemente europeizado, comenzando con su director, el semidesconocido e impronunciable realizador holandés Matthijs van Heijningen, hijo del productor del mismo nombre con el que Abrahams mantiene una antigua amistad.

Tercer acierto. El guión introdujo elementos que la versión de carpenter había ignorado y que aparecían tanto en el relato de Campbell como en la película de 1951.

Con estos mimbres, la continuidad de la cinta está garantizada... y ese es precisamente el problema.

Sí; The Thing (2011) es una película correcta, que sabe hilvanar la historia de tal forma que, efectos digitales al margen, se acopla perfectamente con el film de 1982 para formar un tandem que, en su conjunto, resulta fiel al relato original. La fotografía nos recuerda incluso en determinados planos al metraje de Carpenter y la banda sonora por momentos pareciera que fuese la misma con aquellos aterradores sonidos monocordes y rítmicos que nos traen a la memoria a Kurt Russell en el papel de McReady esperando la segura muerte por congelación y bebiendo bourbon... pero precisamente en ser un fiel reflejo está la debilidad, y es que realmente, no aporta nada particularmente nuevo.

¿Cómo resumir las casi dos horas que dura la cinta?. El espectador disfrutará de momentos de intenso terror, de buenas interpretaciones, particularmente de las del televisivo Jonathan Lloyd Walker y Mary Elizabeth Winstead que saltó a la fama al dar vida a Ramona Flowers en la psicodélica y extravagante Scott Pilgrim Vs The World (2010). El problema aparece al afrontar los títulos de crédito finales exactamente igual que se afrontaron los iniciales, a pesar de la buena factura técnica de la película, lo cual conlleva finalmente una suerte de efectiva mediocridad y nos deja con una extraña sensación de que se podría haber hecho más. Tal vez, no hubiera sido tan osado después de todo, haber pintado el bigote a la Monalisa.
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