Acorazado es el primer —y hasta el momento único—largometraje de ficción del director Álvaro Curiel, quien ha trabajado principalmente en documentales y en series televisivas (dirigió seis de los trece capítulos de Hasta que te conocí). La cinta fue producida por Sandra Solares y Juan Uruchurtu, de Jaibol Films, con un gran apoyo por parte de Billy y Fernando Rovzar, de Lemon Films, quienes coproducen.
Estrenado en 2011, el filme, también escrito por Curiel, cuenta una historia interesante: Silverio Palacios, un veracruzano que ha mantenido junto con un puñado de trabajadores una huelga que se adivina lleva años, es convencido de irse como balsero hacia Miami, donde se fingirá cubano para acogerse a la política de pies secos y obtener legalmente su residencia en los Estados Unidos. Lo previsible sucede, y Silverio termina llegando a La Habana.
Silverio Palacios es interpretado por Silverio Palacios, a quien ya hemos visto en más películas mexicanas que los Bichir, desde Y tu mamá también, pasando por Ni ton ni Sonia, Atando cabos, El Tigre de Santa Julia, Un mundo maravilloso, El viaje de Teo, Paradas continuas, Crónicas chilangas, El infierno, La última y nos vamos (y una veintena más). Salvador Sánchez es El Alacrán, líder huelguista que le da la idea de hacerse balsero.
Acorazado se conduce a un ritmo ambivalente. En la primera parte, en México, es una comedia de ocurrencias, prácticamente una farsa. Una vez en Cuba, la comedia se vuelve ligera y se encamina hacia el drama. Muchos han criticado las ocurrencias de la primera parte, calificándolas de excesivas (como la escena del viacrucis al arrastrar el taxi-balsa hasta el mar), pero en realidad ese extremo absurdo sirve para evidenciar los contrastes existentes respecto a las escenas en Cuba. Los personajes estrambóticos de México dan paso a personas más humanas y solidarias en La Habana.
La película cobra hoy nueva relevancia debido al fallecimiento de Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana y uno de los personajes más importantes de los tiempos modernos. Muchos, sin ver la película o viéndola sin comprenderla, han opinado sobre ella diciendo que Silverio, de estar en una mala situación, terminó en una peor, es decir, se pierden del verdadero mensaje de la película.
En México, Silverio pide cooperación para la huelga boteando en los autobuses, diciendo discursos contra el gobierno que ni él mismo entiende, pero que sabe decirlos muy bien. Al llegar a Cuba, usa ese talento para argumentar que escapó del capitalismo para apoyar la revolución cubana. A Silverio le dan un humilde departamento y un trabajo, al convertir su destartalado taxi en un mototaxi.
Aunque Silverio tiene ya un lugar donde vivir, tiene un trabajo con sueldo, servicios de salud y su libreta de racionamiento —las prestaciones básicas de los ciudadanos cubanos—, a él se le hace muy poco y comienza su negocio de venta de ron del mercado gris a turistas extranjeros, esto, a pesar de haberse molestado cuando un pintor dice no creerle su historia, pues los mexicanos suelen ser corruptos.
Aunque tiene en Cuba más de lo que tenía en México, a Silverio lo aqueja el síndrome del Jamaicón, lo cual es comprensible, pero no valora detalles, como la posibilidad de tener una mujer que lo quiera o amigos que lo respeten (en México, todos sus compañeros de huelga lo insultaban y sobajaban). A Lucía (Laura de la Uz) le ofrece que escapen juntos de Cuba, pero ésta le responde que no tiene razón para querer dejar la isla.
Las contradicciones de Silverio reflejan al grueso de la población mexicana, que se queja de los políticos pero al mismo tiempo es desunida e individualista. Un diputado mexicano turista, interpretado por Juan Carlos Colombo, es pasajero de su mototaxi, y en un arranque de ira, Silverio termina golpeándolo, diciéndole que por tipos como él México está como está. Sin embargo, a pesar de haber vapuleado literalmente a la clase política, dentro de Silverio no hay un cambio, pues recordemos que tiene su negocio ilegal de tráfico de ron. Como bien dice el poster de la película: "Si no sabes qué quieres, ¿a dónde vas a llegar?".
Toda esa situación dramática adquiere en la actualidad un cariz irónico al ver cómo, después de la muerte de Fidel Castro, muchos latinoamericanos opinaron a la ligera, celebrando el hecho y comparando tontamente a Castro con Franco o Pinochet, siendo que el pueblo cubano no está realmente tan mal como lo pintan, pues su pobreza representa un nivel de vida por encima del de millones de habitantes del continente. Y además de tener un sistema educativo muy superior y mejores servicios de salud, está considerado como el país más autosustentable del mundo.
Quizá nunca se mete el dedo en la llaga tanto como cuando un cubano le dice una enorme verdad a Silverio: “Los mexicanos creen que tener mucha cultura es lo mismo que ser culto”.
Acorazado (2010)
Guión y dirección de Álvaro Curiel.
Producida por Sandra Solares y Juan Uruchurtu.
Coproducción: Billy Rovzar y Fernando Rovzar.
Cinefotografía: Germán Lammers.
Edición: José Manuel Cravioto.
Música: Ricardo Martín.
Asistente de dirección: Julián de Tavira.
Protagonistas: Silverio Palacios (Silverio), Salvador Sánchez (El Alacrán), Laura de la Uz (Lucía), Enrique Molina (Alberto), Camille Natta (Camille), Juan Carlos Colombo (diputado).