Y para este 14 de febrero... ¡Pedro Infante!

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pa´que veas cuál es el precio de las leyes del querer... José Alfredo Jiménez.

Pues sí. El ídolo del pueblo merece ser recordado como el ícono romántico de nuestra filmografía de la época dorada.  El sueño de miles de mujeres, y extrañamente también el símbolo del machismo por excelencia, sigue levantando debates y contraponiendo posiciones. Siendo 14 de febrero vale la pena dedicarle unas líneas al galán mexicano más importante, el que todas las mujeres querían de pareja, todos los hombres querían de compadre y todas las abuelas hubieran querido de yerno.

El ídolo del pueblo es una figura controvertida. Lo mismo se rebela contra la injusticia que golpea mujeres, incluso después de haberles dicho que eran el amor de su vida. Tomador y jugador, pero no de mala intención, amigo leal con los hombres hasta el fin, aunque mujeriego siempre que se presente la oportunidad. Demasiada contradicción no parece incoherente para el público que sigue levantando el rating de las transimisones televisivas de sus películas y asistiendo a llorarle a su tumba cada 15 de abril.

Para Monsiváis, tales contradicciones se volvieron con el tiempo rasgos infalsificables  del actor: “se enamora un rato y para toda la vida; es borracho, parrandero, y jugador; es desprendido y solidario cuando hace falta; es valiente a la hora buena, esparce una alegría contagiosa; es miembro de una familia hasta la última gota de su sangre; se rebela ante las injusticias, pero nunca ambiciona el poder…” (Gutierrez, Alejandro "Que bonita es la nostalgia" en Proceso, No. 1672, 8-11-08). Y eso es quizá lo que hace que el público lo adore y se identifique. Parafraseando a Lerner, Infante aparece en la pantalla tan humano como la contradicción.

También eso es parte de lo que vuelve inmortal. Eso, y el acomedido trabajo de Televisa que se aseguró de que las nuevas generaciones crecieran viendo sus películas todos los sábados por la tarde. Televisa también se encargó de explotar el género melodramático en todas sus producciones telenoveleras, donde los conflictos del cine cincuentero encontraron la manera de inmortalizarse. Pero eso sí. Encontrarían la manera de darle continuidad al melodrama trágico y estereotipado, pero nunca encontrarían otro Pedro Infante.

Y es que Pedro Infante es una imagen encapsulada y como atorada en el tiempo. Hoy no tendría ningún asidero con la realidad. Nunca sabremos como sobreviviría Pepe el Toro en medio de la globalización, donde la pequeña empresa está condenada a desparecer – ¿que sería de su pequeña carpintería?. O de Jorge Bueno y Pedro Malo con las haciendas desiertas por la migración y forzados a venderle a Bachoco o a la Costeña. Y bueno, Pedro Chávez quizás hubiera sido recortado de los cuerpos policíacos porque nunca pisó la academia policía, y la lucha contra el narco requiere de cuerpos bien entrenados. Pero también es verdad que Chachita ya tendría una fiscalía de delitos contra las mujeres, a la que podría ir a denunciar el cachetadón que le asestaron y Tizoc ya tiene al Consejo Nacional contra la discriminación para que no le sigan diciendo “indio ignorante.” Los derechos humanos denunciarían la serie de irregularidades jurídicas que se cometieron en el juicio contra Pepe el Toro – quien sabe si los pelaran, claro. Y por si se requiere, hoy sabríamos que lo que tiene el menor de los tres García es un trastorno bipolar, que no deja que se reponga de la muerte de su abuelita.

El caso es que siendo el mundo tan diferente, Pedro Infante sigue haciendo suspirar a las mujeres. Todavía hay quien sueña con una serenata de este hombre bajo su ventana, aunque luego le diga “chancluda” o algo tan horrible como "¿estás trompuda o quieres beso?" Incomprensible ¿verdad? pero quién dice que el romanticismo se explica con razonamientos lógicos…¡Feliz 14 de febrero!