After Earth: Tras la decepción

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Juntemos de una parte al eficiente director indio Night Shyamalan, director de una de las mejores películas de cine de género de la historia -la inolvidable El Sexto Sentido (The Sixth Sense - 1999)-.  Del otro lado, Will Smith,  actor con numerosos registros, sin cuya vis cómica es imposible concebir la franquicia Man in Black, pero que también ha sido capaz de dar vida a personajes de enorme profundidad dramática de la mano de Gabriele Muccino en Siete Vidas (Seven Pounds - 2008) o sobre todo en En Busca de la Felicidad ( The Pursuit of Happyness - 2006). Si ponemos por medio 130 millones de dólares, podríamos anticipar una película de género eficiente y poderosa, pues a priori los ingredientes nos permiten pronosticarlo así.




Tal vez, la sensación de haber sido defraudado en las expectativas, es lo que hace en muchas ocasiones que un espectador sienta que lo han estafado con el precio del boleto. Tal vez sea esa la razón por la cual el que subscribe tiende a pensar que con semejantes mimbres, podrían haberse hecho muchos mejores cestos. Lo cierto es que está resultando común opinar que After Earth es una película fallida, que probablemente recuperará en poco tiempo su inversión, pero que no aporta nada a ninguno de los géneros a los que dice pertenecer.

El trailer, como viene siendo habitual en los últimos años, promete algo que luego el metraje no es capaz de cumplir. Nos hayamos en el futuro, y los Smith, padre e hijo (hay que mencionar que Will Smith se acompaña en este título de su hijo en la vida real, Jaden) sufren un accidente en una nave espacial que les hace caer en una tierra postapocalíptica. La verdad es que la cinta no cuenta mucho más, y se reduce al corretear de Jaden Smith por una jungla en la que el espectador espera ansioso que en algún momento aparezca ese giro que Shyamalan se caracterizaba por dar en sus primeras películas. No se engañe el espectador. La película es absolutamente plana, y se limita a mostrar una sucesión de pruebas que el primogénito de Will Smith debe de pasar para llegar del punto A al punto B a modo de descomunal Ginkana.

Habrá los que vean en esta película una metáfora sobre el despertar a la vida adulta de un joven. Los más osados podrán intuir con cierta complicidad, una soterrada lucha generacional, pero finalmente, de ser así, parece una cara terapia que la familia Smith afronta a costa de los sufridos espectadores.

En descarga de Shyamalan hay que decir que se comenta que hizo poco más que la dirección artística de la película, mientras que el verdadero director fué el propio Will Smith. De ser así, habrá que apuntar en su debe la pobreza interpretativa, tanto del famoso actor afroamericano, como de su hijo; muy especialmente de su hijo, que si bien emanaba una tierna inocencia en la anteriormente mencionada "En busca de la Felicidad", en After Earth afronta su papel con un registro plano que hace juego con el rostro hierático del que hace gala su padre a lo largo de toda la cinta.

No podemos escudarnos en una película de 136 millones en el sonido y la fotografía de la película, magníficos, eso sí. Se le presuponen después de la inversión, pero el guión es absolutamente lineal, sin giros ni trama alguna que convierten el producto final en una sucesión de eventos más propios de un largometraje de naturaleza en la selva africana.

Una auténtica pena, pues el cine está necesitado de buenas películas de ciencia ficción, y esta tenía todo para conseguir serlo, pero lo cierto es que, muy a nuestro pesar, habrá que esperar a otros títulos para conseguir materializar nuestros anhelos.