Este 28 de febrero, cumple 21 años de fallecido Ishiro Honda, uno de los directores que más hicieron para abrir la cinematografía japonesa a Occidente, y creador de uno de los géneros que más se identifican con ese país. Hablamos, sin ir más lejos, de el padre de Godzilla.
Nacido el 7 de mayo de 1911 en Yamagata, desde muy joven se sintió atraído por el cine, llegando a ser asistente del director Akira Kurosawa. Desafortunadamente, tuvo que detener su aprendizaje cuando fue reclutado durante la II Guerra Mundial, pasando varios años prisionero en un campo en China. Al regresar, retomó sus labores como asistente, hasta que tuvo su primer oportunidad como director de un largometraje en Aoi shinju, de 1951.
Uno de los estigmas que le dejó la guerra, era su aprensión por las multitudes al huir de una amenaza, que fue uno de sus grandes traumas durante su periodo como prisionero, lo que reflejaba en muchas de sus cintas. Una gran parte de esas obsesiones las volcó en Godzilla, en donde buscó reflejar todos sus demonios. Fue prácticamente en creador del género Kaiju, que no sólo se convirtió en una tradición en Oriente, sino que influyó a muchas de las producciones cinematográficas posteriores. Fue el director de muchas de las cintas de esta criatura en los cincuentas y sesentas.
Con su muerte, se perdió uno de los grandes talentos de la cinematografía de Japón.