Cuando Tarantino se encontró con Bowie

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Bastardos sin Gloria

La musicalización de películas es todo un arte en sí mismo. Encontrar las notas que acentúen o provoquen las emociones que el relato sugiere, requiere de una doble sensiblidad que permita congeniar imágenes y sonidos,  en ocasiones  tan acertada  y bien lograda, que  dejará un recuerdo imborrable  en el espectador para el resto de su vida.

Ejemplos de como asociamos imágenes y sonidos en el cine hay muchos y muy memorables, pero especialmente merecen mención las percusiones que acompañaban al tiburón de Spielberg, el sonido agudo que precedía los crímenes de Norma/Norman Bates Psycho o la Cabalgata de la Valkirias y su asociación inmediata con lo helicópteros militares gracias a Apocalypisis Now.

Seguramente ustedes tendrán sus momentos musicales favoritos del cine, pero en esta ocasión es importante mencionar uno que pertenece a la cinematografía reciente y que es sin duda un magnífico ejemplo del punto central de esta exposición.

De la lista de directores que hacen de la musicalización de sus películas, destaca especialmente Quentin Tarantino, quien  tiene esa peculiar sensibilidad de la que hablábamos al principio, para elegir la música que integra el soundtrack de sus películas. Tonadas que recuerdas por mucho tiempo después asociadas a escenas inverosímiles, violentas o cargadas de una ironía y humor negro díficil de digerir. En lo personal, hay dos que escogería como favoritos de entre los muchos momentos interesantes del cine de Tarantino: John Travolta y su autoparodia en Pulp Fiction, es el primero. Es destacable el valor de un sex symbol de antaño para atreverse a bailar con años y kilos de más, en una festiva autoburla de sus años en Vaselina, mientras se escuchan las notas de You Can never tell una composición del inmortal Chuck Berry. Aquí el video por si no lo recuerdan.

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El segundo es el duelo final entre O- Ren Ishi y la Novia, teniendo como fondo ni más ni menos que todo un clásico de la música disco: Don`t let me be misunderstood. La escena no podría menos que considerarse una magistral visión de lo que significa el duelo a muerte entre dos mujeres que tienen suficientes motivos de venganza. Miradas fijas y un soberbio duelo de espadas se complementa con el escenario invernal, en donde vemos sangre en un rojo brillante sobre la nieve. Aquí la escena, que vale la pena ver con detalle muchas veces.

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Pero sinceramente, no había visto una conjunción tan sorprendente de talentos para el cine y la música, hasta que Tarantino se encontró con Bowie y construyó una grandiosa minificción a partir de Cat People ( putting on fire) para la escena mejor construída de Bastardos sin Gloria. La rola viene incluída en el album Lets Dance, de 1983, escrita por el propio Bowie y producida por Giorgio Moroder.

Tarantino la coloca en un momento crucial de la historia, donde el plan de venganza esta a punto de suceder. Un toque trágico y misterioso nos anuncia lo que viene después, mientras Bowie susurra para que nos fijemos en los verdes ojos de Shosana, su deseo de venganza y sí, parece que todo terminará con gasolina, si es que el tono fársico del relato se mantiene.

Un espléndido ejemplo de cómo las imágenes y los sonidos pueden adentrarnos en las intenciones del director, avanzar en la trama, añadir tensión... y dejarte un respiro para escuchar la voz de Bowie todavía mucho después que saliste del cine. Les dejo el video mejorcito que encontré, aunque recomiendo ampliamente correr a rentarla para el fin de semana y poder disfrutarla completa y con mejor definición.

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