Cuando leemos los reportajes sobre las grandes películas, en donde las cantidades invertidas son cifras siempre mayores a seis ceros, podríamos pensar que un amateur que planea hacer su propia cinta necesita primero encontrar un inversionista realmente rico. Sin embargo, una persona con un poco de voluntad, y mucha imaginación, puede hacer un film sin tener que ser millonario.
La que es quizá la inversión más fuerte, es la cámara y el equipo de edición. Si bien puede uno encontrar algunas digitales muy económicas, si realmente quiere uno ser tomado en serio, es indispensable el uso ya sea de una cámara óptica, o de una digital de muy alta resolución. Del mismo modo, un equipo de computación de cierta capacidad, la suficiente como para soportar algunos programas de edición, serán necesarios. La ventaja es que todo este equipo se seguirá necesitando durante todo el tiempo que te dediques a ello, por lo que sólo se requerirá hacer el gasto muy esporádico para ponerse al día.
Curiosamente, la parte más cara de los estudios, es lo que resulta más económico para el amateur. Las locaciones, actores, efectos especiales y dirección resultan especialmente económicas, pues en ese sentido podemos contar con un grupo de amigos, y nuestras propias casas o lugares públicos. Es curioso, pero la empresa que le pediría millones a un estudio por usar un espacio de su edificio, puede permitirle a un grupo independiente hacerlo en forma gratuita.
Por otro lado, existen una gran cantidad de trucos que, con un poco de imaginación y gastos muy económicos, pueden hacer que, si bien no logres los niveles de un Avatar, logres dar una imagen de realismo tremendamente aceptable. Experimenta un poco, atrévete, y verás como convertirte en cineasta no es tan difícil como lo habías imaginado.