El demonio que habita entre Narnia y la Tierra Media

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cartas del diablo a su sobrino

Para Daniel  Soto y Bernardo Naranjo que por diferentes razones y en distintas circunstancias me recomendaron la lectura de “Las Cartas…” ¡gracias!

  Hay quien afirma que la base primordial e insustituible para una buena película es una buena historia. Si tienes algo interesante que contar en cerca de 140 minutos, probablemente no necesites de muchos efectos especiales, actores conocidos y  publicidad.  

Sin embargo, esta idea se contrapone notablemente al descubrimiento de que grandes relatos épicos necesitan de los efectos  especiales y la mercadotecnia,  aún y cuando partan de historias muy bien escritas.  Es el caso de la trilogía The Lord of the Rings ( El señor de los anillos) y The Chronicles of Narnia  (Las Crónicas de Narnia). Ambas fueron escritas hace muchos años y la verdad es que la industria cinematográfica tuvo que evolucionar y madurar para poder llevarlas a la pantalla grande. 

Y aún cuando hoy son referencia obligada para las nuevas generaciones como parte del género épico, la verdad es que antes que eso son historias brillantemente escritas que muestran lo complejo y versátil que es el talento humano. Seguramente ni Tolkien ni C.S. Lewis escribieron sus obras pensando en el fenómeno que se convertirían, ni como los filmes posteriores los enfrentarían en taquilla. Incluso tampoco se habrían imaginado que sus vidas podrían ser también material fílmico.

En el caso de  C.S. Lewis,  parte de su vida ha sido retratada en la pantalla grande en la cinta Shadow land (Tierra de Sombras) que cuenta un romántico pasaje biográfico, cuando el también catedrático, se enamora de la escritora norteamericana Joy Gresham. El papel de Lewis es interpretado magistralmente por Anthony Hopkins, el de Gresham por Debra Winger y la cinta es dirigida por Richard Attenborough. Buena película, altamente recomendable.  

Por otra parte, Tolkien y Lewis eran amigos, se conocían  bien y se tenían aprecio. Ambos eran profesores universitarios y compartían el gusto por la literatura medieval y renacentista. También compartían intereses religiosos y de hecho, Tolkien logra que Lewis regrese a la religión católica y la abrace con verdadero fervor. Este retorno se hace más que evidente en las Crónicas de Narnia que es una visión del mundo desde la perspectiva católica y de la lucha entre el bien el mal, que también está presente en la saga de El Señor de los anillos. Tolkien llegó a decir alguna vez de Lewis que era un “hombre honrado, valiente e inteligente – maestro, poeta y filósofo.” Lewis no quiso quedarse atrás y dedicó a su amigo uno de sus libros  más importantes: “Cartas del diablo a su sobrino.”

El libro trata sobre los consejos de un diablo mayor y experimentado a su sobrino para lograr la perdición humana. Con un interesante prólogo, Lewis explica lo que verdaderamente piensa acerca de los demonios y la idea del mal. El libro presenta una interesante versión de la esencia de la tentación pero también de la fe y de lo compleja que es la naturaleza humana.

 En “Cartas de diablo…” se descubre también mucho del oficio de escritor y se aprende del lenguaje que usan los grandes maestros para hablar de las cosas simples.  Uno puede imaginarse las interesantes discusiones que los dos amigos habrían sostenido acerca del tema y como esas ideas se plasmarían después en las obras que hoy son clásicos de la literatura y el cine.  Y es que cuando el viejo demonio afirma – en tono francamente molesto- que “los humanos viven en el tiempo pero nuestro enemigo [Dios] los destina a la eternidad” es evidente que quizás sabría el destino de su creador y el de su mejor amigo. ¿Acaso no es verdad que los demonios son capaces de ver el futuro?