Jurassic World

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Manuel Cruz

@cruzderivas

Jurassic World es consciente de su pasado, hasta cierto punto. El parque de diversiones que sirve de escenario central a la película (y lleva el mismo nombre) tiene varias referencias a Jurassic Park, el primer - y fallido - parque. Pero tambiénes una triste reflexión de la actualidad. Si Jurassic Park (película y parque) atrajo espectadores con la intrigante resurrección de los dinosaurios, Jurassic World parece verlos como un aburrido pretexto para hacer publicidad.

Y es que el mundo ha cambiado. Jurassic World (el parque) es una pequeña metrópolis de tiendas, y su centro de investigación genética está patrocinado por Samsung. Los velociraptors viven en grandes jaulas y pasan sus días haciendo trucos caninos junto a Owen, su entrenador (Chris Pratt), para decenas de turistas que los observan, protegidos desde arriba. El Tiranosaurio Rex de Jurassic Park todavía es el centro de atención, pero su popularidad está a punto de ser eclipsada por la Indominus Rex, resultado de una ensalada genética que busca aumentar las ganancias del parque. El tema es de particular interés para Claire (Bryce Dallas Howard), la neurótica coordinadora del parque, que piensa mas en números que en sus sobrinos Gray (Ty Simpkins) y Zach (Nick Robinson), de visita en el parque mientras sus padres atraviesan un discreto divorcio. Y así, el escenario está puesto: el parque, los humanos y los dinosaurios, a la espera del caos. Y el aburrimiento comienza.

No es que Jurassic World sea aburrida en términos de ritmo: como una película de desastre natural que continua una de las franquicias más populares del género, Colin Trevorrow (su director) utiliza secuencias de persecución, enfrentamientos entre bestias y humanos, y una batalla final exageradamente entretenida, todo para mantener la atención de su audiencia. Atención, no Tensión. Jurassic Park es recordada por la extraordinaria recreación tridimensional que los dinosaurios, pero la proeza técnica existe en servicio de un misterio narrativo: ¿Cómo es que existen dinosaurios en la época humana, y por qué en un parque de diversiones? ¿Cuál es el conflicto ético en generar un choque de dos mundos que, por evolución, no estaban destinados a encontrarse? La cinta de Steven Spielberg introduce las consecuencias de estas preguntas con momentos de astuta tensión, muchas veces fundamentada por el excelente diseño sonoro: los pasos del Tiranosaurio se acercan, la imagen retumba junto a ellos. Después, silencio. ¿Ya pasó todo? Parece que si. Y entonces, súbitamente, una cantidad infinita de dientes en pantalla, lista para devorarse a un personaje secundario o darle al protagonista otra oportunidad de supervivencia.

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Chris Pratt interpreta a un entrenador de velociraptors con fragmentos de ética animal

Jurassic World no tiene preguntas, pero si un pobre intento de debate: Owen está convencido que los animales deben criarse con cariño (aunque dentro de una jaula) a diferencia del militar gordo, gruñón y sospechoso (Vincent D’Onofrio) que sueña con convertir a los velociraptors en armas militares porque... ¿Los dinosaurios son más poderosos que los drones? La discusión dura poco, y la única moraleja es proteger a tu mascota, aunque se escape de la jaula y se trague a todas las especies vivas por placer y maldad.

Porque desde luego, la Indominus Rex se escapa. Y Claire debe proteger a sus sobrinos de la invasión reptil con la ayuda de Owen. Pero al igual que Avatar , la transparencia narrativa se ve a minutos de distancia, y no hay efecto especial que pueda salvarla de un resultado predecible. Jurassic World presume su presupuesto, y la evolución de efectos especiales si ha llegado a nuevas emociones, pero todo está fuera de lugar cuando la historia reside en una combinación de terror que nunca se logra, comedia que no hace gracia, y unión familiar poco creíble. En Jurassic Park, el Dr. Alan Grant (Sam Neill) es un humilde espectador del caos que lo rodea. En Jurassic World, Owen es una especie superior en actitud, y todo lo ocurrido en su historia no puede garantizar una secuela. No en un mundo racional, al menos.

Jurassic World vuelve a explorar, confirma, subraya, deja muy muy claro que hacer dinosaurios de escala industrial y mezclarlos con la especie humana es una mala, mala idea. Pero tristemente, y a pesar de carecer todo el suspenso, ingenio y debate ético de la cinta original, a esta película le ha ido bien en taquilla. Y seguramente habrá una secuela. ¿Será la historia de un herbívoro que tiene una revelación existencial y comienza a tragarse a todos los veganos del mundo? He ahí una cinta absurda, pero posible.