Keith Richards: Under The Influence

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Manuel Cruz

@cruzderivas

Tom Waits es un hombre sabio. Ello no sólo se expresa a través de su obra, sino en los pensamientos que lleva después de la guitarra. Dice Waits que a veces es necesario crear una imagen, una especie de acto de ventrílocuo, para seguir creciendo como persona. Hay una separación entre la leyenda, y el humano que la ha escrito.

El objetivo de Keith Richards: Under The Influence, es descubrir al humano, y el resultado es fascinante. Si bien la dirección de Morgan Neville, acompañado de Igor Martinovic (director de fotografía en la cinta) ofrece una estética agradable, su mejor decisión como realizador es alejarse y dejar que Keith Richards dibuje aquel acto de memoria e introspección. El guitarrista de The Rolling Stones ha vivido, pero es más interesante saber por qué, y cómo planea seguir en lo que para él, es el acto de no crecer nunca. “Sólo se crece hasta estar muerto”, afirma.

Pero Richards se considera lejano a semejante destino, y aún hay trabajo que hacer. Los Stones no se han visto en varios años, y Richards se considera ante todo un músico, independiente a su relación con una de las bandas de rock más importantes de la historia. Hay que seguir buscando, y Neville, como la audiencia, están invitados al viaje.

Under The Influence sigue a Richards durante la producción de su último álbum como solista, donde parece encapsular a todas sus influencias: La presencia de los blues estadounidenses y Elvis es clave en el surgimiento de bandas como los Stones, los Beatles, y los Who, pero, caminando por Nueva York, Chicago y Nashville, Richards se re-encuentra con maestros que ayudó a resucitar gracias a la invasión del rock británico en costas estadounidenses, en sí una interpretación de la música que ellos mismos crearon, siglos atrás.

Keith Richards durante la grabación de su último álbum
Keith Richards durante la grabación de su último álbum

Richards sostiene como ídolo a Muddy Waters, y Muddy Waters pudo resurgir gracias a la insistencia de los Stones. Lo mismo ocurre con Buddy Guy y Chuck Berry, de donde Neville rescata pietaje de Richards en una intensa discusión con el legendario guitarrista, donde al final retrocede. El maestro vino antes que el alumno, y Richards parece un alumno todavía, profundamente curioso por el vasto terreno musical que lo rodea: El blues, el country, el reggae… todo es una influencia en él, así como él - reconoce entre risas - es una influencia en otros, incluido Tom Waits.

Ver al Keith Richards humano (más no la imagen, que él mismo reconoce como una mentirosa exageración) es profundamente esperanzador. A riesgo de sonar nostálgico, parece que los grandes músicos son todavía eso: músicos, fanáticos y aprendices del arte, en lugar de millonarios vulgares que se auto-designan elogios, incapaces de vivir sin 3 consolas de ProTools a su lado y una sexualidad cuya supuesta provocación es en realidad de gran aburrimiento. E incluso si Tom Waits tiene razón, y ello es también una imagen, la música no es ni remotamente tan interesante. No parece nacer de la pasión y la curiosidad, como es el caso de Richards. Y ciertamente no lleva consigo esa habilidad de crecer, aún cuando no se quiere, aún cuando se cree estar muerto, pero en realidad, la vida en sí, con o sin imagen, no es más que una preparación para la siguiente canción, el nuevo choque de influencias.

Finalmente, el espectáculo continúa.

KEITH RICHARDS: UNDER THE INFLUENCE ESTÁ DISPONIBLE EN NETFLIX