La nueva Viernes 13, sólo para nostálgicos

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El querido Jason no convence

En los 80, tres personajes del cine de horror fueron los que se apoderaron de las salas y los gritos de los adolescentes: Freddy Krueger, Michael Myers y Jason Voorhees. Si, había muchos otros que daban batalla (Pinhead, Pumpkinhead, Warlock, Los Niños del Maíz y hasta los Critters), pero ninguno logró llegar al nivel de popularidad de estos tres grandes.

Tras veintinueve años (¡gulp!) del estreno del primer episodio de la franquicia Friday the 13th, el asesino de Crystal Lake, Jason Voorhees ha vuelto a las andadas, a cargo del director Marcus Nispel, realizador del remake de The Texas Chainsaw Massacre (en la que lo mejor de la película es el cuerpazo de Jessica Biel), así como de la malona peli de vikingos Pathfinder. El dato interesante es que Sean S. Cunningham, director y productor de la primera entrega de Friday the 13th es el productor ejecutivo de esta nueva versión.

Lamentablemente esto no ayuda, pues el regreso de Jason no es muy glorioso. Como fanático de este asesino en serie, crecí rentando sus películas en Videocentro (¡!) o viéndolas en el Canal 5, vistiéndome como él en Halloweeen y hasta atesorando una figura de colección suya, por lo que me resulta triste comprobar que aquel magnético descuartizador que tanto miedo y emoción me brindaba, está más muerto que nunca.

Antes de hablar sobre lo que no funciona en esta entrega de Friday the 13th (la décimo segunda, si tomamos en cuenta a Freddy VS  Jason), es necesario apuntar que no se trata de un remake de la primera cinta (1981). Para nada. Podríamos hablar en todo caso de un relanzamiento, de un relaunch o de un reboot (ya poniéndonos sangrones con lo términos). Y es que mientras Pamela Voorhees era la protagonista y villana central de la cinta original (Jason tal cual comenzó su racha asesina hasta la segunda parte), aquí meramente se le introduce en la secuencia inicial, en la que rápidamente se explican los motivos por los cuales Doña Voorhees se andaba escabechando a los jóvenes del campamento ubicado en Crystal Lake: su hijo Jason había muerto ahogado mientras los encargados del mismo se entregaban a las pasiones juveniles, sin darse cuenta del peligro mortal que corría el niño (deforme, por cierto). Pero eso ya lo sabemos todos los que hemos visto cualquiera de las películas.

Tal como sucede con las películas de Freddy Krueger (e incluso con las de James Bond pre-Craig) , la franquicia de Jason se compone de una receta con ingredientes bien establecidos e inmutables. En este caso, son bien conocidos:

1) Un grupo de adolescentes (normalmente superficiales, borrachillos, junkies y calenturientos) en el cual destaca un(a) joven de carácter noble y más centrado que el resto. Este será quien enfrente a Jason al final de la película, logrando sobrevivir con mucha suerte, para a) volverse loco   b) morir en los primeros minutos de la secuela   c) desaparecer de la franquicia.

2) Un excursión al abandonado Crystal Lake Camp (no importa cuantas personas hallan desaparecido en él, siempre habrá quien encuentre romántico pasar la noche ahí).

3) Una gama de asesinatos, a cargo de Jason (curiosamente, casi nunca ataca a grupos, sino a parejas o a tontos que se ponen a deambular por el bosque), quien suele tener muy buena imaginación y puntería.

4) Sexo y desnudos. Junto con el torrente de sangre originado por Jason, sin duda alguna son el otro factor que actúa como gancho para la audiencia joven. Como bien propone y parodia Wes Craven (Nightmare on Elm Street), amigazo de Cunningham (creador de Friday the 13th, como habíamos dicho) en Scream (1996), todo aquel que tenga sexo o tome una ducha en una cinta de horror, está condenado a la muerte.

5) No importa que tanto corras, Jason siempre te alcanzará (aunque camine tan lento como zombie). No importa que tanto lo intentes, Jason es imparable.

Y esta es la misma combinación que el espectador se tiene que recetar, sin una ligera variación, a casi treinta años de haberse originado. El problema es que Jason es justo como un viejo amigo, de cual te sabes todas las historias, chistes y vicios. Aunque siga siendo de tus amigos más queridos, ya no te sorprende tan fácil al paso de los años. Para hacerlo, tendría que cambiar radicalmente y eso significaría que dejara de ser él. Y eso no pasa al menos con los monstruos del cine.

A favor:

  1. Si Jason ya era terrorífico con su pausado andar, imáginenselo ahora que es bastante ágil, veloz (tal como sucediera con los zombies modernos de Snyder) y mucho más alto que de costumbre.
  2. Los guiños a la mitología Jasoniana (el breve momento en que Jason puede elegir entre usar un saco de tela-su primera máscara en Friday the 13th Part 2- o la tradicional careta de hockey, surgida en la tercera cinta)
  3. El cast femenino. Sencillamente todas sun guapísimas...y todo lo que eso implica en esta franquicia.
  4. Un presupuesto decente (quien haya visto Jason X-desarrollada en el espacio- sabe a lo que me refiero)
  5. La presentación de un monstruo clásico, para las nuevas generaciones. Aunque se trata de un regreso mediocre para los seguidores de antaño.

En contra:

  1. Lo tonto y plano de los personajes. Ésta bien que de todos modos los vayan a matar, pero ¿no sería posible hacer un poco más creíbles y menos odiosos-estúpidos a las víctimas?
  2. La falta de gore. Se agradecen los desnudos gratuitos, pero queríamos ver sangre, más salvajismo (junto a los malosos cinematográficos de las House of 1000 Corpses de Rob Zombie,  este Jason es un gatito) 
  3. Se desaprovecha la oportunidad de explicar (de una vez por todas) cómo y porqué carambas regresó Jason de la muerte, las razones de su fuerza sobrenatural y cómo es que lleva tantos años viviendo en el mentado campamento.
  4. Fallas de continuidad. La más notable, justamente en la última toma (verdaderamente tonta).
  5. Por lo tanto, la película es solo para fans, para completistas ("yo he visto las doce películas de Jason") o para aquellos listos que quieran aprovechar para llevar a la amiga y abrazarla con todas las de la ley.