Lo que le faltaba al doblaje: Origel y Lafourcade

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Otra cinta con un doblaje al aventón
Otra cinta con un doblaje al aventón

Es probable que ya antes alguien se haya pronunciado al respecto en este respetable sitio cinéfilo. Pero ahora es mi turno.

El viernes pasado me escapé a ver a la yummi yummi Megan Fox en su nueva película, Jennifer's Body (por cierto, la traducción del título al español es tan horrible que no lo mencionaré). Más que los dos o tres buenos brincos que me hizo pegar dicha película, experimenté el verdadero horror al subir las escaleras del Cinepolis Diana.

Ahí estaba. Un standee (nombre mameluco que se usa en los complejos cinematográficos para denominar un letrero de cartón) de El Gato con Botas me recibía con las garras abiertas. Cuando bajé la mirada, me petrifiqué al leer los nombres de Natalia LafourcadeKalimbaJuan José Origel.

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De Kalimba no tengo nada malo que opinar. El señor tiene experiencia en el ramo y es reconocido por su trabajo en El Rey León.

¿Pero Lafourcade? Canta simpático la chiquilla, me agrada, no tengo nada en contra de ella. Nunca he comprado un disco suyo, pero me encanta verla disfrazada de pato en uno de sus videos (antes de que abandonara a su banda en busca de experimentar nuevos horizontes, aunque curiosamente sigue sonando igual que cuando sus amigos de La Forquetina la acompañaban).

¿Y Origel? Según esto ya había hecho algún papelito para una cinta animada basada en la telenoverla Serafín. Dice el señor, en una entrevista para La Crónica, que no se arrepiente de participar en esta nueva producción, y que está consciente de que las críticas le lloverán. Al menos esto último se le agradece, pues se trata de una sinceridad que sirve como remedio para curarse en salud. Porque seguramente el resultado de su trabajo será horroroso.

¿Por qué tanta tirria de su servidor, un simple cinéfilo, hacia este desinteresado esfuerzo de Lafourcade y el sim-pa-ti-quí-si-mo Pepillo?

Desde hace nueve meses estudio doblaje, con las mejores intenciones de ser un profesional del medio el día de mañana (no, no este martes...tal vez por ahí del domingo). Cuando veo a "artistas" del Canal de las Estrellas participar en una actividad que les resulta ajena y para la cual no tienen preparación, como es el doblaje, siento mucho coraje.

¿Por qué? Todas las semanas tengo oportunidad de convivir con verdaderos maestros del doblaje, con carreras de 15, 20, 30 años o más en la industria, quienes deberían estar realizando la labor que estúpidamente se les niega.

Me pregunto qué pensarán Pascal Herold, Jérôme Deschamps y Macha Makeïeffm, responsables de este filme francés (no confundir con la tan cacareada Puss in Boots que protagonizará Banderas y Salmitita Hayek) el día en que sepan que un periodista de chismes y una cantante pop, y no profesionales del doblaje, del otro lado del mundo, le dieron en la (perdón por la palabra, pero no se me ocurre otra) madre a un esfuerzo de años.

Y me pregunto si Origel sabrá cuál es la diferencia entre la cantidad que le pagaron y lo que habría cobrado un verdadero actor de doblaje. Y si sentirá orgullo por haber aceptado ese sueldo ofensivo.

Y me pregunto si Natalia estará consciente de que le quitó la chamba a alguien que lo podía hacer mejor (bueno, seguramente si ella no hubiese aceptado, habría metido a alguien más).

Más allá de frases como "es que me invitaron y quería experimentar algo nuevo, porque soy bien versátil y arriesgado", encuentro mucha soberbia en este tipo de figuras que le dan en la torre al doblaje. 

Pero al final, creo que todo se reduce a dos opciones: mucha avaricia (¿en verdad necesitaban ese sueldo?) o mucha, pero mucha hambre.