Primer Día de Sitges

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Parece que fuera ayer cuando cerrábamos el último artículo de Sitges 2012, y de nuevo cine3.com, como todos los años, vuelve para dar su extensa cobertura, en una edición que destaca precisamente por su apuesta por una mezcla en clásicos del festival y nuevos valores.

Y como muestra de esos nuevos valores, la parrilla del festival abría con Contracted, del joven y prolífico Eric England que firma además el guión y que presentaba una película llena de actores cuasi desconocidos, que a pesar de un prometedor arranque nunca llegan a meterse en el papel. Contracted, la primera película de infectados que hemos visto, versa de fondo sobre el castigo divino, instaurado en el subsconsciente colectivo, ante los pecados cotidianos, en este caso el sexo. Con claras reminiscencias a La mosca de Croneneberg, el argumento cuenta la historia de como su protagonista sufrirá una degeneración física progresiva tras una noche loca en un descenso en una espiral hacia el horror. El producto final naufraga en una sucesión sin sentido de escatológicas escenas que, si bien no son ajenas al género, tienen falta de ritmo,  lo cual deja al espectador con una sensación de que podría haber sido un buen producto pero que la pequeña desazón propia de la falta de talento interpretativo.

M. Blash, se presentaba tras siete años de espera tras su magnífico drama Lying (2006) con The Wait, una inclasificable producción en la que repiten como intérpretes sus dos musas, las ya consolidadas Chlöe Sevigny (American Psycho, Boys don't Cry), y Jena Malone (Rocket en Sucker Punch), interpretando en la ficción a dos hermanas cuya madre recientemente fallecida parece que pudiera volver a la vida en cualquier momento a raíz de una extraña llamada. La presencia de ambas actrices dota a la cinta de un ritmo pausado, que acompañado de una gran fotografía, lleva a lucir una película densa pero a la que quizá le sobre algo de metraje

A continuación y casi sin tiempo para el relax, se proyectaba una de las promesas del festival, la esperada The Colony, del canadiense Jeff Renfroe que nos divirtiera en su momento con "Sand Serpents" en 2009 un referente en lo que toca a las series B con monstruos. En The Colony, nos encontramos en un momento en un futuro cercano en el que una terrible glaciación ha cubierto de hielo nuestro planeta, y los pocos supervivientes se esfuerzan en sobrevivir a las epidemias y el aislamiento en refugios. Todo se precipita, cuando se pierde el contacto con una de estas colonias. Con este prometedor planteamiento, The Colony, además, prometía con la presencia de dos monstruos de la pantalla, Laurence Fishbourne, y Bill Paxton. Sin embargo, la potente figura del primero, no logra remontar una historia que se pierde en interpretaciones menores del resto del reparto a pesar de partir de una buena idea, que abusa del croma para conseguir irreales escenarios que desvirtúan la fotografía. Por ende, la presencia de Paxton a pesar de interpretar un personaje elaborado, resulta menor, con lo que finalmente y probablemente debido a las altas expectativas generadas se materializa en una película, ligera, pero insuficiente.

Si arrancaba el festival con infectados y fiestas, de imprevisibles consecuencias, Antisocial, del canadiense Cody Calahan ahonda en este tema, en este caso, una nochevieja que coincide con un brote de una terrible enfermedad infecciosa. El realizador estrena su primer largometraje dirigiendo a unos actores desconocidos en una película  que sirve de crítica a la ultratecnificación en la que la sociedad moderna se mueve con elementos cercanos. [COMENTAR ACTUACION]. Todo batido en un zumo que hará que el espectador [EFECTOS ESPECTADOR]

El cine Iraní más exótico, hacía acto de presencia de la mano de la dupla Jafar Panahi y Kamboziya Partovi con Closed Courtain, una producción que ha debido ser rodada lejos de su país natal para poder burlar la censura persa. Con una clara crítica a las políticas teológicas islámicas, Closed Courtain nos cuenta la historia de un hombre de mediana edad, que arriesgará un más que probable castigo por ocultar a su perro, una oda a la amistad que en conjunción con unas extrañas visiones y con el ritmo habitualmente pausado del cine iraní llevan a firmar una película que podemos considerar especial, pero no apta para todo tipo de públicos.

Con uno de los retornos más esperados, Neil Jordan volvía al vampirismo con Byzantium, pero si en aquella ocasión interpretaba a Brad Pitt, Tom Cruise y Antonio Banderas en una clara alegoría homosexual, en esta ocasión, a pesar de repetir ambientación gótica, cambia de género y nos cuenta la historia de dos mujeres que ocultan un secreto que no pasa desapercibido al espectador en ningún momento. Interpretadas por Saoirse Ronan (aquella muchacha con capacidades Seal de Hanna, ahora más crecidita) y la más que hermosa Gemma Artenton, que fuera chica bond en Quantum of Solace, bordan un relato vampírico poco habitual (los vampiros en este caso viven a plena luz del día) pero efectista. El despliegue termina por dejar un buen poso que gana con las horas tras un tibio arranque.

Finalmente, la enfermiza Love Eternal, una producción multinacional al mando del irlandés Brendan Muldowney y que parte de un libro del japonés Kei Oishi, explora aquel camino abierto por el no siempre comprendido Jörg Buttgereit y su espeluznante Nekromantic para sumergirse en un truculento ambiente necrofílico  en el cual su protagonista, el holandés Robert de Hoog, comenzará a relacionarse con personas fallecidas a raiz de una experiencia traumática. Las actuaciones rayan a gran altura, y la historia de la que parte termina por ser una fábula llena de vida pese a abordar el tema de la muerte en un sentido que ya nos es familiar en otras producciones

Finalmente, se presentaba, como parte de la Gala de Inauguración, la película Grand Piano, una producción española dirigida por Eugenio Mira y Producida por Rodrigo Cortés y con un reparto de gran altura, encabezado por John Cusack y Elijah Wood que parece haberle cogido el gusto a la costa catalana. Se esperaban grandes cosas de esta película en su premier mundial, un intenso thriller en el cual un pianista con miedo escénico se ve amenazado por un sádico psicópata bajo la amenaza de no fallar una nota en su esperado reencuentro con el público. Grand Piano, rodada en tiempo real en lo que sería un concierto de piano de cuatro piezas, se postula como taquillazo merced a unas magníficas interpretaciones (queda poco de aquel Frodo casi infantil) y una tensión que se sostiene durante todo el metraje