Hace algún tiempo, hablaba con una amiga sobre el 007, y el porqué era tan popular. En cierto momento, le dije que para ella sería imposible entender lo que significaba, pues era mujer. De primera instancia, esta afirmación hubiera sonado machista, pero en realidad, no es así.
Calquier persona que haya sido adolescente, sabe que los superhéroes son el símbolo de muchas de las fantasías de esa edad. El individuo tímido, ignorado o incomprendido, que tras de esa apariencia es poderoso, admirado, y en especial, aceptado por esa misma sociedad en la que, en su otra identidad, no encaja. Cuando el joven va creciendo, y de una u otra forma se integra a la sociedad. Esas fantasías desaparecen un poco, pero para ser substituidas por otras diferentes.
James Bond en particular, y los héroes "rudos" en general, vienen a llenar ese nicho en el hombre adulto, y Bond especialmente, es la síntesis de muchos de esos sueños. No sólo es el hombre conquistador al que ninguna mujer se le niega, sino que además, es aquel que no sólo puede acceder a todos los lujos, sino que sabe disfrutarlos. En su trabajo, es valioso e imprescindible, sus decisiones, incluso las más disparatadas, no son criticadas. Tiene la admiración de los que lo rodean y, en especial, nunca nada le sale mal.
Muchos quizá no se percataron pero, cuando se incorporó a la M femenina en Goldeneye, se dejó ver un nuevo aspecto de la masculinidad, y nuevamente Bond representó la salida ideal. El 007 se enfrenta a la mujer fuerte y de autoridad, y se gana su admiración y respeto.
La más famosa creación de Ian Fleming es ya mucho más que un personaje de cine, sino que es ya un ícono de la modernidad, y de seguro lo seguirá siendo durante muchos años.