Riviera Francesa

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Manuel Cruz

@cruzderivas

50 Sombras de Grey parece haber revitalizado el comercio de látigos y demás materiales hechos de cuero en tiempos recientes (aún cuando gran parte de sus lectores podrían haber encontrado más originalidad y realismo en algunas novelas de Chuck Palahniuk), pero ello sólo ejemplifica una relación de poder: La historia de una inocente joven que cae en las manos de un hombre emocionalmente débil (a pesar de su fuerza, ambición y control, características que lo vuelven extremadamente deseable), y el potencial sacrifico de su alma, incluso su vida, con tal de satisfacer al otro.

Riviera Francesa, cinta de André Téchiné que se presentó fuera de competencia en el último Festival de Cannes, logra este objetivo sin usar ni un cinturón de mecate, y se convierte en una de las películas más astutas y emocionales del año. Su protagonista es efectivamente inocente, pero no idiota: Agnes Le Roux (la espectacular Adèle Haenel) regresa a Niza con la intención de olvidar su matrimonio fracasado y obtener su merecida herencia, en custodia de su madre Renée (una elegante Catherine Deneuve), dueña de un casino que lucha por conservar su dignidad ante las amenazas de la mafia italiana. La relación entre madre e hija es tensa, y ello crece aún más con la aparición de Mauricie (Guillaume Canet), el elegante y seductor abogado de Renée.

Adèle Haenel y Guillaume Hanet en Riviera Francesa
Adèle Haenel y Guillaume Hanet en Riviera Francesa

En cuanto a la trama, hay una serie de elementos predecibles desde un inicio: Agnes quedará enamorada de Maurice, y esto es problemático para Renée. Pero una vez más, la narrativa original triunfa en su elección de estilo. Al igual que cintas como Sin Aliento y Vivre sa Vie, la seducción entre Agnes y Maurice es fundamentalmente intelectual, no física. La corporeidad de Maurice no es comparable al abdomen de Jamie Dornan en 50 Sombras de Grey (o su papel protagónico en The Fall, interesante mini-serie irlandesa que quizás le otorgó al controversial personaje), pero no necesita serlo. Lo mismo ocurre con Agnes, quien examina su desnudez nerviosamente antes de un primer encuentro sexual con Maurice. El propósito no es escandalizar (aunque los más conservadores encontrarán una forma de hacerlo) sino concientizar, introduciendo capas de un exitoso realismo que refresca a una premisa previamente visitada.

Si hubiera que encerrarse en géneros, Riviera Francesa es un caso de intriga romántica, una apuesta por elevar un tema altamente popular en la historia del cine a consecuencias sorprendentes - pero no exageradas - La trama hace una serie de giros verdaderamente astutos, pero las verdaderas intenciones de sus personajes - y aquello que los vuelve finalmente interesantes - se revela en las miradas, en el ágil montaje de Hervé de Luze, la fotografía de Julien Hirsch, la banda sonora del ya genial Benjamin Biolay, todos colaborando en la dirección de Téchiné, que al final se convierte - como la propia audiencia - en un observador del espectacular trío actoral compuesto por Deneuve, Canet y Haenel.

Riviera Francesa es una cinta que utiliza todos los recursos comunes del cine (la puesta en cámara, la actuación, el sonido, la música, el montaje, etc) pero los trata con una atención indiscriminada. Es una cinta que sorprende y atrapa por si sola, sin necesidad de nadie o nada fuera de ella misma. Los látigos de E.L. James y Jamie Dornan serán populares por ahora, pero a veces la mejor pasión está en lugares desprevenidos, en alguna parte de la increíble ciudad de Niza.