Roman Polanski. El errante, el condenado, el maldito...

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Roman Polanski

Antes que otra cosa suceda, quiero advertirles  que no puedo ser objetiva cuando hablo de Roman Polanski. Todo lo que he visto de él me gusta y me emociona de un modo muy perturbador.  Sé que su trabajo no es fácil de entender a la primera,  y que tiene una visión muy oscura - ¿o torcida? - del mundo y la vida. Siempre me imagino que cuando sus películas terminan, él debe estar frotándose las manos, muerto de risa, quizás tras la pantalla, viendo nuestras atónitas miradas incrédulas, con la sensación de no haber comprendido del todo, pero teniendo la seguridad de que vimos algo revelador.

Hoy Polanski está en el centro de la polémica por un asunto escabroso, digno de un largo debate sobre ética, moral, valores, delitos y perversiones. Un tema que seguramente a él mismo en otro momento y en otras circunstancias le hubiera gustado filmar.

Su nombre ocupa hoy los titulares de la prensa amarillista y es una lástima porque a pesar de ser un director de cine tan reconocido, al parecer ninguno de sus trabajos le ha merecido tantos reflectores. Son las tragedias de su vida las que lo han marcado y lo han perseguido, obligándolo a vivir errante, temeroso y perseguido como víctima de una maldición de la que no le es permitido librarse.

Polanski sabe lo que es ser un fugitivo desde niño:  escapó con vida de un centro de concentración - suerte que su madre y otros miembros de su familia no tuvieron- y vivió en distintos hogares en Polonia. Uno no entiende bien a bien,  como es que este niño huérfano decide dedicarse al cine desde muy joven

Estudia cine en la ciudad de Lodz y también participa como actor en obras de teatro.  En Polonia filma varias películas, pero empieza a llamar la atención con "Cuchillo en el algua" rodada en 1962. Después vendría "Repulsión"  en 1965, un thriller que le vale reconocimiento y la posibilidad de filmar en Estados Unidos. Para 1967 estrena "La Danza de los vampiros" (The Fearless Vampire Killers) primera de sus películas filmada a colores y en USA.  Polanski actúa en uno de los roles principales aunque destaca la enorme belleza de quien sería su segunda esposa: Sharon Tate.

Polanski incia una nueva etapa de su vida, pero también le toca vivir otro de sus momentos trágicos. Sharon Tate es asesinada en su mansión de los Angeles junto a otras personas cuando esperaba un hijo del director. Él estaba de viaje. Los asesinos de Tate eran ni más ni menos que "la familia" de Charles Manson, el sicópata vivo más famoso de la cultura pop.  Para muchos la tragedia de Polanski ( de la cual en realidad nunca se repuso) marca el fin de la sicodelia: el despertar trágico del sueño de las flores. La señal de que la vida en las  comunas y las drogas recreativas tenían un lado oscuro y perturbado: No todo era amor y paz, después de todo.

El actor se queda en USA después de la tragedia, sin saber que iba en camino de otra.  Sus trabajos más extraños- y también  de los más brillantes-  provienen de esa época: El bebé de Rosemary (1968)  Macbeth (1971),  China Town ( 1974) y El inquilino 1975.

En 1977 es acusado de violar a una menor en la casa de Jack Nicholson y Anjélica Huston (ellos no estaban). La historia, que es la que hoy nos ocupa, ha sido siempre un tema controvertido. No es tan fácil como decir que es un acto de pederastia y ya.  La madre de la hija aceptó haberla llevado a la fiesta y suministrarle drogas.  Incluso hubo un acuerdo extrajudicial para que a la señora no se le acusara de proxenetismo. El caso es que Polanski se declaró culpable, estuvo en prisión, salió bajo fianza y fue cuando huyó a París, donde no hay acuerdos de extradición con Estados Unidos.

Hoy se sabe que la madre de la menor interpuso la demanda cuando el productor se negó a darle un papel como actriz a la niña.  Y aquí es justo donde se abre el debate: la victima por donde sea que se quiera ver, es la niña. Y ahora ella misma quiere dar por cerrado el caso, porque ya tiene una vida hecha y porque las acusaciones contra su madre no se van a hacer esperar.

Si Polanski pisa la cárcel, también deberían encarcelar a la madre. Y a los jueces que no le quitaron entonces la custodia a una señora tan irresponsable. No sé si la señora viva todavía, pero es claro que se cometió una terrible injusticia contra los derechos de la entonces menor.

Hoy además el caso parece ser la punta de lanza del sector conservador en los Ángeles, encabezado ni más ni menos, que por el gobernador Arnold Schwarzenneger, que ya dijo que Polanski no recibirá ningún trato especial.  Nadie pide un trato especial, pero es verdad que el caso merece ser revisado, como ya lo habian señalado en el documental "Wanted and Desired."

Y para que quede claro: la pederastia es un delito. Un pederasta no deja de serlo sólo por el hecho de ser talentoso. Pero todos tenemos derechos a un juicio justo. Y lo que no se vale es que unos paguen y otros no, ni que la causa del conocido director alimente debates conservadores e hipócritas alrededor de un tema tan delicado.  Lo que está sobre la mesa es la doble moral de ciertos sectores que sólo ven la paja en el ojo ajeno y muy pocas veces en el propio.

Pero Polanski es un gran artista que por sí solo ha alcanzado ya la inmortalidad. Un espíritu condenado, un paria errante, un genio maldito. Un hombre que ha podido remontar sus tragedias personales para  trascender. Es probable que sea hoy cuando pueda  decirle a la prensa amarilista y a las buenas conciencias : Perdón! pero creo que tiene su colmillo en mi cuello....