En ocasiones, sólo en ocasiones, el drama emerge como el género definitivo, la vocación perpetua del cine y la esencia de todo lo que este condiciona.
Recibía su bautismo en el día de hoy Lo Imposible, el nuevo título del aclamado director de El Orfanato (2007) aborda con crudeza la fuerza brutal de la naturaleza. Una cinta que redescubre al espectador el verdadero significado del género de drama y que, pese a estar alejada del concepto fundamental del espíritu de Sitges, toma la esencia de lo que representó, en la navidad de 2004 el brutal tsunami que asoló las costas de Sumatra. Lo Imposible resulta en una película tremenda, que empequeñece al ser humano, que conmueve con unas interpretaciones simplemente perfectas y una fotografía que por momentos subyuga al espectador en su butaca ante la imparable fuerza de la naturaleza. Unas fuerzas que están latentes y que en cualquier momento se pueden desvelar para recordar al ser humano lo absolutamente ínfimo que es a pesar de los avances tecnológicos. El guión, que con ciertas licencias narra una historia real, se revuelve para arrojar a una familia occidental acomodada a la tabla rasa de una hecatombe con elementos apocalípticos para dar una cinta enórmemente geométrica donde los tiempos se manejan a la perfección. El drama, en el sentido amplio del término se muestra en toda su crudeza, implicando emotivamente al respetable en una lucha de supervivencia con una fotografía impecable. Ewan McGregor y Naomi Watts, se encargan de dar lustre a un reparto excepcional donde destaca por encima de todos la brillante actuación de Tom Holland.
