Una de las grandes ventajas que tienen las grande producciones, es su capacidad económica, que le permite acceder a equipo que un amateur no puede soñar. Sin embargo, lo que en muchas ocasiones falta en presupuesto, sobra en imaginación, y en el caso que necesites hacer una toma bajo el aguaa, y no cuentes con una cámara submarina, existen algunos trucos interesantes.
Un truco sencillo es una caja de acrílico o vidrio sellada con silicón. Toma la cámara con cuidado mientras otro ayudante sumerge la cámara, cuidando que el nivel de la misma no llegue al borde de la caja. Los inconvenientes que tiene es la poca posibilidad de movimiento, pues debes de evitar que se vean las uniones de los vidrios, además de requerir mucho cuidado: Basta un poco de agua que rebase la orilla y caiga dentro de la caja, para arruinar tu equipo de manera irreparable. Por ello, es mejor usarlo en aguas completamente quietas.
Otro truco más complicado, pero muy efectivo, es usar un vidrio al que previamente le untarás una muy leve capa de vaselina, y que pondrás frente al lente. Alumbra a tu actor por detrás con luces azules a nivel del suelo, y desenfoca la toma muy ligeramente. Si deseas realismo en el movimiento, haz que se pare en un trampolín, colchón o cama, y pídele que rebote ligeramente, lo que dará la sensación de flotación propia de este medio.
Es importante que, en estos casos, ilumines con rebotadores, o filtra la luz a través de acetatos. Un truco interesante es que los mismos no estén tensos, sino algo flojos, y moverlos ligeramente mientras filmas, lo que te dará el efecto de difracción propio del agua.
Obviamente, este efecto no se logra a la primera, por lo que tendrás que hacer algunas pruebas hasta conseguir el efecto que buscas.