Los zombies, de lo colectivo a lo individual

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Los zombies siempre han sido catalogados como seres anónimos, básicamente fáciles de combatir de forma individual, pero cuya principal amenaza es su número. Sin embargo, existen algunos contados casos en que algunos de ellos han podido ser identificados, permitiendo incluso una cierta empatía, ya sea positiva o negativa, con el espectador.
El primer caso conocido fue En White Zombie, de 1932, aunque Madeleine nunca estuvo realmente muerta. Pocos después, en Plan 9 del Espacio Exterior, varios de los protagonistas mueren a mitad de la cinta, para volver después como muertos vivientes.
El siguiente de esta lista es Bub, el zombie dócil de Day of the Dead que a pesar de ser bien identificable, no tenía una personalidad realmente definida. Un cambio más rádical se dio en Sementerio de Mascotas, en donde vemos al que en un principio era un niño adorable, transformarse en un asesino que no requería de las grandes masas para ser peligroso, incluso a pesar de su edad.
Warm Bodies fue la mayor de las vueltas de tuerca, pues ahora el zombie se enamoraba de la protagonista, lo que hizo la cinta muy poco aceptable. Es hasta The Life After Beth, que vemos una no-muerta más convincente, pues sólo se decubre como tal en ciertos momentos de la cinta.
Aunque siguen siendo minoría frente a las hordas a las que estamos acostumbrados, los zombies como individuos han tenido su papel dentro del género, y es posible que vayan siendo más frecuentes.