Vince Gilligan, creador de Breaking Bad, adaptará "Las Habichuelas Mágicas" para Disney

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Parece que Disney Pictures tiene previsto continuar adaptando sus clásicos animados a películas de acción real. Después de películas como "Alicia en el País de las Maravillas" o "Maléfica", recientemente hemos sabido que los estudios han fichado a Vince Gilligan, creador de la exitosa serie de AMC "Breaking Bad", para la adaptación de "Las Habichuelas Mágicas". El cuento ya tuvo una versión animada, protagonizada por Mickey Mouse, en 1947 titulada "Mickey y las habichuelas mágicas".

Aunque por el momento no se conocen demasiados detalles de este proyecto. Vince Gilligan ejercerá de productor junto a Mark Johnson, y escribirá el tratamiento de la historia, que posteriormente desarrollará Thomas Schnauz, guionista y productor de la propia "Breaking Bad" o "Better Call Saul", nueva exitosa serie de AMC que tiene como principal protagonista al abogado más famoso de la televisión, Saul Goodman.

Las mencionadas adaptaciones, incluyendo también "Cenicienta" y la mencionada "Las Habichuelas Mágicas", no son las únicas películas que Disney llevará a la gran pantalla en acción real. También se ha hablado de "La Bella y la Bestia", que sabemos que estará protagonizada por Emma Watson, Dan Stevens, Luke Evans, Ewan McGregor y Stanley Tucci, "Dumbo", "Pinocho", "Mulan" o incluso "Winnie the Pooh".

Las Habichuelas Mágicas
Las Habichuelas Mágicas

Para los que no conozcan el cuento original, es este:

Periquín vivía con su madre viuda, en el bosque, eran muy pobres por eso ella mandó a Periquín a la ciudad, a vender la única vaca que poseían.

El niño iba caminando jalando con una cuerda a su vaca, cuando, se encontró con un hombre que llevaba un saquito de habichuelas.

- Son maravillosas – explicó aquel hombre – si te gustan, te los daré a cambio de la vaca.

Así lo hizo Periquín y volvió muy contento a casa. Pero la viuda disgustada al ver la necedad del muchacho, cogió las habichuelas y las arrojó a la calle. Después se puso a llorar. Cuando se levantó el niño al día siguiente, fue grande su sorpresa al ver que las habichuelas habían crecido tanto durante la noche, que las ramas se perdían de vista. Se puso Periquín a trepar por la planta y sube que sube, llegó a un país desconocido.

Entró en un castillo y vio a un malvado gigante que tenía una gallina que ponía huevos de oro cada vez que él se lo mandaba. Esperó el niño a que el gigante se durmiera, y tomando la gallina, escapó con ella. Llegó a las ramas de las habichuelas y descolgándose, tocó el suelo y entró en la cabaña. La madre se puso muy contenta. Y así fueron vendiendo los huevos de oro y con su producto vivieron muy tranquilos mucho tiempo, hasta que la gallina se murió y Periquín tuvo que trepar por la planta otra vez, dirigiéndose al castillo del gigante. Se escondió tras una cortina y pudo observar como el dueño del castillo iba contando monedas de oro que sacaba de un bolsón de cuero.

En cuanto se durmió el gigante, salió Periquín y recogiendo el talego de oro echó a correr hacia la planta gigantesca y bajó a su casa. Así la viuda y su hijo tuvieron dinero para vivir mucho tiempo tranquilos. Sin embargo llegó un día en que el bolsón de cuero del dinero quedó completamente vacío.

Periquín escaló por tercera vez las ramas de la planta, hasta llegar a la cima. Entonces vio al ogro guardar en un cajón una cajita que cada vez que se levantaba la tapa, dejaba caer una moneda de oro.

Cuando el gigante salió de la estancia, cogió el niño la cajita prodigiosa y un arpa que tocaba sola, una delicada música.

Mientras el gigante escuchaba aquella melodía, fue cayendo de sueño apacible. Al verlo profundamente dormido, el niño cogió el arpa y echo a correr, pero el arpa comenzó a gritar:

- ¡Eh, amo, despierta que me roban!

Sobresaltado, el gigante, se asomó por la puerta y corrió persiguiendo a Periquín, este comenzó a bajar por la planta con mucha prisa. Pero al mirar hacia la altura, vio también el gigante descendía hacia él.

No había tiempo que perder y así que gritó Periquín a su madre que estaba preparando la comida.

- Madre, tráigame el hacha en seguida, que me persigue el gigante. Acudió la madre con el hacha y Periquín de un certero golpe, cortó el tronco de la trágica habichuela, al caer el gigante se estrelló, pagando allí sus fechorías, y Periquín con su madre vivieron muy felices con el producto de la cajita que al abrirse dejaba caer una moneda de oro.