
La de ayer fue la nota del día. Y como ya ha sido comentada por todos lados, sería bueno hacer un análisis objetivo -a eso aspiro ¡deveras!- de asuntos que relacionados con esta nota tienen que ver con la manera en que funciona la prensa del entretenimiento. Es pues, primer acto: Carlos Cuarón da una entrevista en Argentina al diario La Razón, a propósito del estreno en aquel país de la muy popular y taquillera Rudo y Cursi. Se dice que le pidieron la entrevista para que diera su opinión sobre el trabajo de Francella (actor de por aquellos lares que participa en la película) pero le fueron sacando más rollos. Es así que el diario publica declaraciones de Cuarón poco ambles hacia la crítica - eso no es extraño, toooooodos los cineastas nos odian, tanto a los profesionales como a los humildes blogueros amateurs- y hacia los mexicanos, diciendo que somos unos pobres imbéciles que no perdonamos el éxito, que somos incultos y que leemos poco.
El asunto levantó ampula, porque los mexicanos seremos todo eso que dijo, pero sobre todo, también somos jarritos de barro y nos sentimos de todo. El caso es que después de ponerse tan rudo, se tuvo que poner cursi y pedir disculpas: que yo no lo dije así, que me sacaron de contexto, que sí tengo razón en algunas cosas, si no ahi está el caso de Hugo Sánchez (?), que no hay polémica y eso.
Y como no quiero que me acusen de que yo también lo saco de contexto, aquí está el link con la nota publicada. Pero el asunto va más allá de un periodista sin ética - de que los hay, los hay- que descontextualiza una declaración para vender. La cosa tiene que ver con esta nueva forma de la industria del entretenimiento que crea ídolos y villanos de un día para otro. Y también polémicas candentes a partir de una insignificancia ( justo cuando se anuncia el plan anticrisis... sospechoso ¿no?)